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tor general del ejército don José del Valle, que tomaron in- meaiatas resoluciones. Se organizó y equipó un batallón de 200 pardos limeños (milicias bisoñas) que a las ór- denes del comandante Avilés ganaron el Cuzco, bajo un torrente de lluvia, el día 2 de enero de 1781. Días des- pués, el 8 se presentaba ante ella el rebelde, tras su es- calada victoriosa del cerro de Puquin y de la cumbre gi- gante Macho Picchu. Riñóse al siguiente día, más que una batalla, un rudo floreteo de prueba, con mucha sangre y no en la ciudad misma, sino en el Puquin y en el Picchu, hasta donde habían avanzado las huestes de Avilés, Villalta, el criollo Laisequilla ¿ los caciques de Anta y Chincheros. El día 10, a favor de espesa niebla y sobre espesísima nieve, desapareció Tupac Amaru con el resto de sus fuer- zas, apenas fogueadas. Fuga inexplicable. ¿Desengaño por- que no se produjo la traición esperada? Como ni en el tormento se le pudo arrancar declaración, queda a la fér- til imaginación de los novelistas interpretar aquel gesto. No tardarán las deserciones. Hasta el 25 de febrero no llegó al Cuzco el ejército re- gular. Lo gobernaban Del Valle y el superintendente gene- ral Areche. Antes de emprender la acción armada contra el rebelde, que había vuelto a sus dominios de Tinta y Tungasuca, se publicaron bandos diversos en que- se ofre- cía el perdón a los que voluntariamente depusieran sus armas y la total supresión de los repartimientos, que tanto parecieron irritar al pueblo indio. Lo comentaremos. Aque- llos edictos de gracia proporcionaron los primeros triunfos y causaron las primeras fisuras en el bloque, en aparien- cia compacto de la rebelión. Los días 7 y 8 de marzo par- tieron del Cuzco aquellos 17.000 hombres, medianamente armados, indios fieles o afiliados en su mayoría (unos 12.000), distribuidos en seis columnas regidas por milita- res profesionales y entreveradas de veteranos y soldados de milicias. Tras violentos combates entre Tinta y Sanga- rará y en Tungasuca, el rebede Condorcanqui, que había huido a uña de caballo y atravesado después a nado un torrente que en su ímpetu se tragó a dos de sus perse- guidores, se vio inesperadamente apresado en Langui por el mestizo Ventura Landaeta, que rehusó el ofrecido rescate de 20.000 pesos y lo entregó al inspector del ejército, Valle. Valle lo entregó a Areche que, con nutrida escolta, había salido a recibirle hasta el puente de Urcos. El 14 de abril lo presentaba ante los ciudadanos atónitos de Cuzco y al siguiente día comenzaban los trámites del proceso. RUEDA DE PRESOS Un mes entero duraron los interrogatorios y el examen de cartas, edictos y billetes secretos. En la lista de reos principales figuraban los siguientes: José Gabriel Tupac Amaru, cabeza principal; Micaela Bastidas, su mujer, na- tural de Abancay; dos de sus hijos, Hipólito de 20 años y Fernando de 10; Francisco José T. A., tío de José; Marcos Torres, cacique de Acomayo; José Mamani, indio de Tinta, su coronel; Diego Bermejo, español de Macari, yerno de Francisco Noguera, su comandante; Tomasa Tito Conde- -mayta, cacica del pueblo de Acos; Melchor Arteaga, es- pañol (esto es, blanco criollo) natural de Layo, mayordomo spas Pio

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