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antepasados roncaleses con la Navarra francesa (Zuberoa). También le llegaban los esplendores literarios y artísticos con los vicios de Versalles, las ideas demoledoras del enciclo- pedismo, que al fin Versalles estaba muy lejos y muy cerca de París; muy lejos para enterarse de lo que pasaba en la capital, y muy cerca para escapar a los zarpazos de la Revolución, En la próxima bahía de Pasajes funcionaba la Real Com- pañía Guipuzcoana de Caracas, con sus embarques a paí- ses americanos, llevando y trayendo en sus naves, misione- ros, productos de ambos mundos, colonizadores y, en forma disimulada, junto con las herramientas, viajaban las obras de los enciclopedistas franceses. Todo esto era para excitar la ilusión misional en los jóvenes estudiantes. Bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios y del Buen Viaje se construyó el convento de Rentería en el cabo Machingo, al norte de la villa (1617), rodeado por la bahía de Pasajes menos por el sur, Después de la ex- claustración, siglo XIX, fue aprovechado el convento por la Real Compañía Asturiana, y actualmente es una factoría de plomo con el nombre de Factoría Capuchinos. Iban mermando en Pasajes los embarques de misioneros hacia Venezuela, procedentes de la provincia de Navarra- Cantabria, no por escasez de personal, sino por cierta apatía y cansancio general en toda España. Imagínate, lector amigo, la celda de fray Tomás, con su cama de tablas, su jergón, pobreza y muchas ilusiones, mucho estudio a la luz del día, y a la de un velón en los días nublados de la costa, con sus grandes proyectos de ser algo en este mundo para Dios y para los demás. Así le llegó el sacerdocio en 1746, siendo obispo de Pamplona Gaspar de Miranda y Argaiz. CATEDRA POR OPOSICIONES Recibida la ordenación sacerdotal y terminados los es- tudios, el P. Tomás había sido nombrado pasante de teolo- gía en 1748 con sus 27 años; pero llamaba la atención por explicar las ciencias escolásticas en conjunto con las cien- cias naturales, al modo del neoescolasticismo inaugurado por el cardenal Mercier en la Universidad de Lovaina. Totalmente entregado a sus libros, a la predicación y al ejercicio de la observancia, estaba con el oído alerta a cuanto sucedía, se hablaba y se publicaba en la nación vecina. No quería envejecer en ideas, sino mantenerse en perpetua juventud, Era costumbre por aquellos años proveer las cátedras de filosofía y teología por oposición, tomando parte los sacerdotes más adelantados en los estudios y que habían obtenido el título de predicador. Cuando venía la vacante de un nuevo curso, el padre provincial anunciaba el con- curso con tres meses de anticipación, para que tuvieran tiempo de prepararse los contrincantes; el vencedor era nombrado lector de la cátedra respectiva, y de este gremio de lectores o profesores procedían los guardianes, defini- dores y provinciales. Es el año de gracia de 1752; se acaba de constituir un q — ¿ae
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