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gos contra las demás Ordenes religiosas, una vez des- brozado el terreno de la unidad férrea de la Compañía...». Sin embargo, muchos de sus libros pasaron a las biblio- tecas y archivos del interior y del exterior. Así vemos la formación de la Biblioteca Nacional en Santiago de Chile y en Colombia a base de las librerías de los jesuitas ex- pulsados. La Biblioteca Nacional de Bogotá se formó bajo el gobierno del virrey navarro Manuel de Guirior por el año 1777. El P. Tomás revisó su Catecismo y lo adaptó para la enseñanza de los hermanos, tal como puede verse al final del libro titulado «Modo de bien obrar», del P. Pedro de Aliaga, libro oficial para la formación de los capuchinos de Navarra-Cantabria, impreso en Pamplona. AMIGO Y COLABORADOR A monseñor Miranda sucedió monseñor Irigoyen en el obispado de Pamplona (1768-1778). Siendo prior del mo- nasterio de Velate estimaba al P. Burgui por su vida espi- ritual, su sencillez y su estudio; ya en aquellos años era su consultor en las dudas y el director de su conciencia. Monseñor Irigoyen y Dutari había nacido en Errazu (Baz- tán). Era prior de Velate dignidad de la catedral de Pam- pa cuando fue presentado para obispo por el rey Car- os ll, En los primeros días de febrero llegaban cartas de Madrid en que se aseguraba su elección, La Crónica del Convento de Pamplona refiere «que estas noticias molestaron tanto con visitas y enhorabue- nas a este caballero que, sonrojado y afligido por su hu- mildad, se vino a consolar y tomar consejo a este nuestro convento para deliberar aquí qué es lo que debía de hacer en caso que se confirmase la noticia, porque él tenía mu- cha repugnancia. Aquí se le instó a que la admitiese y aplicase el hombro a la carga, por parecer ser esa la vo- luntad de Dios». Por huir de los aplausos y el alboroto, prácticó los ejer- cicios espirituales en nuestro convento durante diecisiete días, bajo la dirección del P. Burgui, siguiendo el horario conventual aun en los menores detalles. Asistía al rezo del Oficio Divino a media noche, y demás horas de coro, junto con dos espacios de meditación, de lo cual los frai- les quedaban admirados. Como tardaba la confirmación de la noticia, monseñor Irigoyen se fue a su casa a rezar y esperar, A últimos de mayo llegó la noticia oficial por una real cédula de Carlos lll en que se le hacía esta gracia, Mon- señor Irigoyen contestó agradeciendo el nombramiento y aceptando el cargo y la carga. Hacia el mes de junio pasó a Calahorra para la protesta de fe ante aquel prelado, ofreciéndole los capuchinos sus conventos de Tafalla y Peralta, donde pudiese descansar como en propia casa. El nuevo obispo de Pamplona siguió con la amistad del P. Burgui, teniéndolo como consultor en diversos asuntos eclesiásticos, En aquellos días de preocupaciones, antes de su consa- pa PA co . A

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