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ne de contraria a la fe y buenas costumbres, sino que es obra a todas luces perfectísimayy vechosa, como for- mada en un taller de perfección, erudición y sabiduría, cual es la sagrada religión capuchina. En este Real Convento de Ntra. Sra. de la Merced de Pamplona, a 14 de Octubre del año 1759». MAS ACTUACIONES Aficionado nuestro bravo roncalés a toda clase de estu- dios en aquella época de iluminismo y regalismo, se espe- cializó en los eclesiásticos y aun en los científicos de van- guardia, Newton y Descartes, siendo para él una delicia las matemáticas. Descartes huía de ocuparse en cuestiones de teología, pero le preocupaba en alto grado dar pruebas claras de la existencia de Dios, de acuerdo con el principio católico de que su existencia se conoce por ciencia natural y no debe ser sometida a la duda metódica, aunque sus discí- pulos no le obedecieron. Descartes se complacia en las matemáticas a causa de la certeza y evidencia de sus razones, y se extrañaba de que no se hubiera levantado un grandioso monumento a Dios sobre fundamentos tan sólidos y firmes, Por eso escribió su tratado en que junta la metafísica y las matemáticas: «Raisons qui prouvent l'existence de Dieu.,. disposées d'une facon géométrique». Su autor se estremecía al forjarse la ilusión de que podía extender el saber matemático a la metafísica, y puso todo el edificio de su ciencia dependiendo de la filosofía, siendo ésta como el tronco, y las ciencias las ramas. Fray Tomás se sintió atraído por tales novedades, ya que los científicos iluministas se reían de los estudios de la Iglesia como anticuados, y resolvió explicar la metafí- sica junto con las matemáticas, como una renovación exi- gida por los tiempos y un Esta apertura hacia el exterior se vio respaldada por el superior general de los capuchinos P. Aimé de Lamballe (1768-1773). El gobierno francés había retrasado la profe- sión religiosa hasta los 25 años; con esto fallaban las vo- caciones, y el superior general, de origen francés, acudió a la provincia de Navarra-Cantabria para que se enviasen estudiantes capuchinos vasco-navarros a conventos france- ses, donde cursarían los estudios y saldrían prácticos en el idioma. Con esta iniciativa se conseguía que nuestros estudian- tes vascos, navarros y riojanos, morando en los conventos de Nantes, Brest y Bayona, remediasen en parte la esca- sez de personal, fraternizasen con sus compañeros fran- ceses, y volviesen a su tierra dominando el idioma de Bossuet, habiéndose ejercitado por años en el estudio, ca- tequesis y pastoral al otro lado del Pirineo, y capacitados para atender a los franceses que acudían a los conventos de Rentería, Fuenterrabía y Pamplona. Este método se pro- longó hasta la Revolución francesa (1789). No hay que extrañarse que para el P. Burgui fuera todo esto un remozamiento y una segunda primavera. Por estos años de 1752-1753 se inauguró el convento de sio Mir

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