BCCCAP00000000000000000001741

— ncelado gigante en fortaleza — ince para obviar riesgos, desvelado — onso en Consejos sabios, ilustrado — ráculo de jefes fue en destreza — uma en dosel, Néstor en gentileza — iómedes en triunfos fue afamado, — neas pío y noble en sumo grado — édalo su honor vuela en suma alteza — sto y mucho más dicen sus veneras — rados y coronas, palmas y toisones — rmas, cruces, trofeos y banderas — rabados querrás ver tales blasones? — n lámina los buscas? Si la esperas... — on sus láminas nuestros corazones. No están hoy día nuestros oídos para tales alusiones mitológicas, pero debemos afirmar que en aquellos siglos eran pan corriente entre las personas que presumían de ilustradas; fray Tomás llega a decir que la provincia de los capuchinos de Navarra, con la muerte de su amigo el conde de Gages, queda entristecida como la reina Arte- misa a la muerte de Mausolo su marido (incinerado el cuer- po de su marido, la reina mezclaba su ceniza en la co- mida), Nuestro predicador se adaptó al medio ambiente, usando de frases barrocas, sin llegar a las exageraciones de cierto predicador que llamó a los apóstoles con Jesu- cristo «Los doce participios del verbo». El conde de Gages es comparado en sus campañas de Italia a Moisés y Josué, conductores de pueblos y jefes del ejército hebreo, con el que compartían las fatigas pro- pias del campamento para llevarlos al triunfo. En su peroración indica el predicador que el conde de Gages había penetrado en el ambiente de Navarra y se había hecho querer, pues, según el orador, se había ro- bado el amor de sus súbditos, como dice al fin de su discurso: «¡Ea, corazones navarros! Quedaos en el túmulo, Que- daos por siempre ahí, cenizas, clamando al verdadero Dios que perdone a quien nos robó, para que así... REQUIESCAT IN PACE, AMEN...». Respecto al discurso fúnebre sobre Fernando VI de Castilla y ll de Navarra, nos sirve de guía el censor para su publicación, el maestro fray Vicente Martínez, comen- dador del convento de la Merced y examinador sinodal de Pamplona, a 14 de octubre de 1759. Primeramente realiza un pequeño elogio del P. Tomás, para entrar en materia sobre las ideas del discurso. Dice así: «Esta oración fúnebre panegírica no necesitaba ser leída para ser aprobada, sino que debía ser aprobada a ojos cerrados». El rey Fernando VI, por su afán en mantenerse neutral entre Francia por un lado e Inglaterra por otro, es equi- parado al rey Salomón en sus tres aspectos: Como buscador de la Paz (Pacífico) Como gobernante (Salomón) Al final de sus días (Eclesiastés) En el primer aspecto su reinado fue un período de paz, el más largo que había tenido España desde Felipe !l, poniendo en práctica un nuevo axioma: «Con todos guerra menos con Inglaterra». Como gobernante, aunque no era de gran talento, supo rodearse de hombres con más talento que él tales como a A

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz