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curso de artes y filosofía en el convento de Tafalla; dos son los aspirantes que se presentan al certamen, y los dos temibles y temidos por su preparación. He aquí los nombres: Fray Pedro de Los Arcos, predica- dor, vicario y maestro de novicios. Fray Tomás de Burgui, predicador, sencillamente, sin cargo ninguno. El día de las oposiciones será el 29 de mayo para el P. Los Arcos. El día siguiente, 30, defenderá su tesis el P. Tomás de Burgui, con asistencia del P. Superior provin- cial, definidores y de toda la comunidad, que serán jueces y podrán dar sus opiniones en forma democrática ya en favor de uno o de otro contendiente. Los dos contendientes son de la misma edad, oscilando entre los 31 y 32 años. La tesis de oposición duraba dos horas, de 8 a 10 de la mañana; se les había propuesto tres puntos de lógica y metafísica que debían desarrollar en ese tiempo, aguan- tando después el chaparrón de dificultades o aclaraciones exigidas por los oyentes. Ambos leyeron sus tesis con gran aplauso por su bue- na preparación, tanto en uno como en otro; existió un fuego graneado de objeciones, saliendo airosos uno y otro de sus atacantes y triunfando cada uno en su sector. El día 31 de mayo se llegó a la votación para dar la cá.- tedra al mejor preparado; juntos el padre provincial con sus definidores en la biblioteca, estuvieron unánimes en dar el triunfo a fray Tomás, nombrándolo lector del curso de Ta- falla y calificando de muy hábil para cualquier cargo al P. Pedro de Los Arcos, En las viejas crónicas se hace constar lo siguiente: «Aunque rodeado de condiscípulos hábiles y de apreciable religiosidad, entre ellos el respetable P. Fr. Pedro de Los Arcos, sin embargo las conocidas ventajas del P. Fr, Tomás de Burgui, su incomparable fondo de cono- cimientos de doctrina y de virtud, le constituyeron en el honorífico cargo de lector».

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