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jes fugitivos desde Mérida a Galicia, o del sur peninsular al norte cristiano, cuando se produjeron las invasiones sa- rracenas en el siglo VIII. La primera noticia escrita se remonta al año 968 en que el obispo de Cahors, Frotardo, donó el templo de Ro- camadour al monasterio benedictino de San Martín de Tulle (Corréze), existente en el siglo Vil. Pero la auten- ticidad del documento es sospechosa. Dependiente del monasterio tutelense a fines del siglo XI, Pascual Il menciona las iglesias de Rocamador entre las posesiones de dicho cenobio, en una bula de 1105. Todavía no había adquirido el renombre de que más tarde gozaría en la historia de las peregrinaciones. Es por estos momentos un priorato dependiente de la abadía de Tulle, de la que eran mandatarios los obispos de Cahors, quienes visitaban con frecuencia a Santa María del Valle Tenebroso, signando documentos «apud Rupem Amatoris». El Liber Sancti Jacobi del Códice Calixtino, escrito en el segundo cuarto del siglo XII, informa a los romeros de Europa sobre las poblaciones, iglesias, albergues, paisajes, ríos y fuentes, cualidades y costumbres de la gentes que viven en las regiones por las que atraviesan las rutas prin- cipales que de Francia conducen a Santiago de Galicia. La célebre Guía de los peregrinos no hace mención ninguna de la Virgen de Rocamadour, de la que más tarde hablarán las crónicas, los relatos de milagros, los cantares jugla- rescos, la voz popular. La población está muy próxima a la clásica Vía Podensis que, partiendo de Le Puy-en-Velay, atraviesa el Aveyron por Conques, desciende a Cahors y Moissac, para unirse en Ostabat a las dos rutas occidenta- les de Vézelay y Tours. Desde principios del siglo XIl la devoción a la Virgen Negra había comenzado a producir frutos económicos para los propietarios del santuario. Las donaciones fueron acre- centando su patrimonio territorial, y su fama rebasó los limites geográficos del Quercy, difundiéndose por las regio- nes próximas. Del año 1119 data la donación del bosque de Montsalvy, hecha a Santa María de Rocamadour por Eudon, conde de la Marca Lemosina. Como era normal en toda Europa, las posesiones de una iglesia suscitaban la codicia de otros monasterios. Los monjes de Marcilhac (Lot) alegaron derechos de propiedad sobre Rocamadour, entablándose un largo proceso que se prolongó desde 1113 hasta 1152. Incomprensiblemente, los de Marcilhac lograron que se reconocieran sus derechos sobre el pingúe priorato. Continuóse el pleito entre ambos litigantes hasta que los de Tulle lograron por fin la victoria en 1193. Esta segunda mitad del siglo XIll marca la magna época de las peregrinaciones a Rocamadour. Dirigen el movimiento de las masas devotas los benedictinos de Cluny. Es tam- bién cuando se escribe el «Libro de los Milagros» de la Virgen del Quercy, publicado en 1907 por Edmond Albe, según manuscritos de la Biblioteca Nacional de París. En 1172 existía otra colección de milagros, escritos con el fin de propagar la devoción a Santa María de Rocamadour. El «Recueil des miracles» de 1172 pregona las maravillas que se hacen en esta iglesia: A s'esglise Rochemadour ou mout de gens souvent assemble la douce Mére au Créatour fait tant miracles, tant biaux fais, que mout biau livre en est fais.
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