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de arte jacobeo por diversas ciudades de Francia y España, en semanas de estudios medievales, en peregrinaciones a pie, a caballo y en autocar hasta la cripta catedralicia de Compostela, y en publicaciones periódicas, boletines y otras actividades diversas. Lo jacobeo ha servido en nuestros días para vincular más estrechamente con Navarra a poblaciones francesas, como San Juan de Pie del Puerto, Le Puy-en-Vélay, el propio Rocamadour, en anuales jornadas de confraternidad o «ju- mellage», o en intercambios esporádicos pero vividos con profundidad. El vispera de la Pascua de Resurrección de 1969, Estella y los Amigos del Camino de Santiago a los que se unieron representantes de los «Amis de Saint Jacques de Compos- telle» de París, estuvieron presentes en Rocamadour, re- presentados por las autoridades estellesas, por el P. Guar- dián del convento capuchino de Rocamador, por los miembros del Orfeón estellés, los gaiteros y el grupo de danzas. Es- tella participó con los numerosos peregrinos y feligreses en la solemne Vigilia Pascual, en la que concelebraron con el Prior del santuario, el P. Guardián de Estella y los sacer- dotes navarros señores Arraiza y Jimeno. El domingo de Pascua fue una jornada memorable en los anales de Rocamadour. En frase de un cualificado re- portero, Juan A. Ramírez, Rocamadour vivió a la hora de Estella, al son de sus gaitas, al aire de sus danzas. La misa solemne con intervención del coro estellés y del de Roca- madour, la visita detenida a los monumentos, las danzas por la única rúa al son de la gaita de los hermanos Montero, la recepción en el salón del ayuntamiento con intercambio de recuerdos, el concierto ofrecido al aire libre por los de Estella y la exhibición de bailes navarros del grupo de dan- zaris, crearon en el pueblecito de Quercy un clima de mu- tua simpatía y fraternidad entre los asistentes franco-espa- ñoles. En Rocamadour quedó como resultado de la visita una fotocopia de la donación de Sancho el Fuerte. Sancho el Fuerte no pudo soñar en 1201 que, después de siete siglos y medio, la donación de unos censos sobre la vieja carnicería estellesa había de servir para unir con lazos fraternales a las dos ciudades francesa y navarra. Nuestro antiguo reino de Navarra, crucero de mil ca- minos, rosa de todos los vientos, pequeño en su extensión pero inmenso en su papel de centro irradiador de valores culturales, abre las puertas de su casa a todos los pueblos, como ayer y como siempre. El dramaturgo inglés Shakespeare, en su comedia «Love's Labour's Lost» (Acto |, Escena |, versos 12-14) puso en boca del rey Fernando las siguientes palabras, referidas a la porción desgajada del viejo reino: «Navarre shall be the wonder of the world: our court shall be a little academy still and contemplative in living art». Navarra será el asombro del universo. Nuestra corte una pequeña academia (escuela filosófica) apacible y contemplativa, consagrada al arte. Eran ya los tiempos de las guerras civiles de Francia, en auge en 1589 y 1594, ii

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