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de! siglo Xlll, a la que el pueblo sigue venerando con el título de «Rocamadour», con extraña fonética francesa en el seco ambiente castellano. El templo parroquial de tres naves fue reformado en el siglo XVI, conservándose en la parte occidental la fábrica primitiva. Los arcos del coro alto apean en curiosas ménsulas policromadas, con ca- bezas portando filacterias con caracteres góticos. Fue restaurado el templo en 1962, siendo párroco don Bal- domero Martínez. Adentrada en la provincia de León, Astorga inmortal y " maragata, muestra por todos sus viejos rincones los re- cuerdos de la peregrinación a Compostela, desde la puerta del Sol abierta en sus viejas murallas, hasta el barrio arra- balero occidental de Rectivia. Hospitales de San Esteban y de San Feliz, cerca del monasterio de San Francisco, que se dice fundado por el santo a su paso por Astorga camino de Compostela. Rúa de las Tiendas, atravesando el barrio franco y la judería, llevando a los viandantes hasta la gran Plaza Mayor, hoy presidida por el original reloj mecánico. Catedral y hospitales de San Juan y de San Roque, y otros muchos más hasta completar el número de véintidós, mu- chos de ellos creados y sostenidos por las cofradías, como en Estella, Burgos y tantas poblaciones del camino. Una de estas cofradías fue la de Santa María de Rocamador. La primera noticia documental conocida data del año 1310, aunque cofradía y hospital pudieron haber existido mucho tiempo antes, fundados por los francos establecidos en la población. EXPANSION DEVOCIONAL POR ESPAÑA Del foco inicial navarro, la devoción a Santa María de Rocamador comienza a difundirse por toda la península. Ya hacia 1121 las tropas que acompañaban al rey Alfonso el Batallador fundaron en Salamanca una iglesia y una cofradía dedicadas a nuestra Virgen. La devoción cundió principal- mente en el siglo XIll en que aumentan los donos y privi- legios reales en favor de Rocamadour. Desconocemos el momento en que llega el culto roca- madoriano a las tierras andaluzas. Pudo muy bien ser el de la conquista por Fernando el Santo, cuyos favores al san- tuario del Quercy conocemos ya por la donación de Hor- nillos del Camino. Es lo cierto que en la célebre iglesia de San Lorenzo de Sevilla, en la que se guardan notables esculturas de Martínez Montañés y, sobre todo, la tan renombrada de «Nuestro Padre Jesús del Gran Poder», existe la antigua imagen de Nuestra Señora de Rocamador, a la que dedicó un largo estudio don Francisco Tubino. Ve- nérase la talla en una capillita del muro norte, junto al coro, decorada con azulejos y pinturas murales En el tam- bién sevillano convento del Carmen descubrióse en el siglo XVIl una nueva efigie de la Virgen de Rocamador. El hallazgo encendió una fuerte controversia, ya que no fal- taron defensores de la mayor antigúedad de la aparecida so- bre la de San Lorenzo. Tuvo en Córdoba Santa María de Rocamador otro templo al que iba anejo el hospital de San Hipólito. La importancia que en la segunda mitad del siglo XII —2-—
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