BCCCAP00000000000000000001740

creación de la nueva villa y la desviación del camino su- ponía un peligro. Para compensarles por los previsibles da- ños y perjuicios, el monarca les donó todos los diezmos de la nueva población. Estella comenzó a surgir junto al río Ega, al pie de las rocas orientales, protegida por la iglesia de San Miguel. La villa fue creciendo poco a poco, creándose nuevas rúas y plazas. Sus barrios de francos, de judíos y de navarros fueron poblándose de comercian- tes y artesanos, en torno a las iglesias de San Pedro de la Rúa, de San Juan y San Salvador del Arenal y otras posteriores. Cada parroquia contaba con un hospital, regido normalmente por sendas cofradías, atendiendo a las necesi- dades de los numerosos peregrinos. Los francos impusieron en Estella la devoción y la no- menclatura de los santos más significativos y de mayor renombre de su patria. A la entrada y a la salida de la población, lejos de sus muros, construyéronse en el si- glo XIl sendos hospitales. El oriental fue puesto bajo la protección de San Lázaro, titular de la célebre catedral de Autun. Un bello crismón figuraba en su portada, fir- mado por Aldeberto. Por el mismo tiempo creóse en el extremo occidental, alejado de la muralla y junto al camino de Irache, otra iglesia con su alberguería, no lejos del portal de San Nicolás, también llamado portal de Castilla. La ca- pilla fue dedicada a Santa María de Rocamador. El profesor Lacarra, sitúa en la donación de Sancho el Fuerte a Rocamadour (1201) los orígenes del santuario estellés. Los monjes franceses crearon el templo en las afueras de Estella, tal vez en el mismo lugar donde estaba la carnicería vieja, con las rentas donadas por el monarca y para poder percibirlas mejor. Creemos sin embargo que la existencia del templo de Estella es anterior a esta fe- cha, según lo da a entender el análisis estilístico de la ca- becera románica conservada. El templo. Afortunadamente ha llegado hasta nosotros la cabecera, salvándose de las reformas que afectaron en el siglo XVIl al resto del templo. El ábside semicilíndrico se cubre de bóveda de horno, con el arco triunfal de arista viva y semicircular apeado en semicolumnas adosadas a los frentes, terminadas en capiteles decorados con flora. El tambor exterior se decora con columnas adosadas, y el alero de arquitos lombardos apea sobre canecillos escultu- rados de labra delicada, representando motivos diversos, preferentemente cabezas humanas. A la parte oriental de Estella, cerca del convento de Santo Domingo, existe otro pequeño templo con el ábside gemelo del de Rocamador. Se trata de la iglesia de Santa María Jus del Castillo, de la que poseemos algunos datos documentales. El 24 de agosto de 1145, el rey García Ra- mírez el Restaurador donó a la iglesia de Pamplona y a su obispo don Lope la sinagoga de los judíos estelleses, con el fin de que la transftormara en templo cristiano, debiéndolo dedicar a Santa María y a todos los Santos. No debieron pasar muchos años, y el nuevo templo es- taba construido, lo mismo que el de Rocamador. Ambos pueden datar muy bien del tercer cuarto del siglo Xil, o muy pocos años más tarde. Aunque faltan las naves y fa- chadas primitivas, el plano de ambas iglesias debió ser concebido por un arquitecto de la Alta Auvernia. Su dispo- sición arquitectónica y los motivos escultóricos los en- contramos en algunas iglesias rurales de esta región fran- cesa, más concretamente en el pequeño templo de Ydes (Cantal), levantado en la segunda mitad del siglo XII. ¿A

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz