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misión, dando la de Maracaibo a la provincia de Navarra- Cantabria. Parecidas ideas expresaban al rey Fernando Vi el obis- po de Santa Marta y el prefecto capuchino de la misión. Los nuevos misioneros navarros fueron llamados a Mara- caibo, por cédula real, el 20 de abril de 1749. Fray Miguel, con los nuevos refuerzos, pudo apuntalar las misiones valencianas, pero, según el pamplonés, les faltaba el nexo de la organización, centros donde juntarse y donde encontrar lo necesario, bien respecto a la salud, al estudio o al espíritu y retiro. Por este modo ordenancista, habrá religiosos que dirán de él lo que de don Tiburcio de Redín: que mandaba a los misioneros como a un batallón de soldados. VANGUARDIA Y RETAGUARDIA El fraile-coronel injertaba en la vida misional la disci- plina y organización militares, según este programa: 1) Un hospicio común para las misiones de Rio Hacha y Valledupar para recoger a los misioneros; cuando en- fermos a fin de curarlos y cuando tibios o disipados, a fin de enfervorizarlos con el recogimiento y ejercicios. 2) Establecimiento de un seminario de misiones para sustituir a los jesuítas en sus misiones circulares de pue- blos, ya establecidas. Dicho seminario se mantendría con los bienes fundacionales. Además, serviría al mismo tiempo para recluir clérigos discolos y criminosos e infundirles doctrina y piedad. El seminario debía estar en Cartagena de Indias. Se arreglará con el virrey Guirior para trasladar bienes fundacionales de antiguos puestos para el seminario de Cartagena, lo mismo que para el hospicio. 3) Los clérigos recluidos deberán asistir al rezo en la catedral, que está cerca, así como a las clases de Gramá- tica y Moral y no les asignará renta alguna, sino que de- ben trabajar y vivir a su costa durante el tiempo que el obispo o los jueces eclesiásticos estimen oportuno, según la clase de delito o la necesidad que tuvieren de instruirse. 4) En el seminario de misiones funcionará un sector de predicación y elocuencia apostólica y una cátedra de moral, como obligación peculiar de dicho ministerio. 5) El Ministro y Director de la casa debe morar ha- bitualmente en ella. Trasladado el virrey Guirior al Perú, llegó el nuevo vi- rrey Flórez, compañero de armas en: Italia, con el que se consiguió el hospicio o casa central en Bogotá, que jamás se había podido lograr, para enfermos, retiro, estudio, asun- tos con los virreyes... (1777). Mucho le achacaban los frailes que pasaba el tiempo fuera del convento, haciendo la corte a los virreyes, pero ahora se veían los resultados. El mayor argumento para conseguir el hospicio central fue que el P. Pamplona aceptaba el compromiso de los an- tiguos jesuítas, es decir, las misiones bienales en las po- blaciones formadas de Cartagena, Mompox, Honda, Antio- quía, Tunja, Mérida, Pamplona y Santa Fe de Bogotá, a base de los subsidios de los extinguidos jesuitas en los colegios de dichas ciudades. pa AE ai dt
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