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sa all uffizio della Predicazione («1l Campione», capuchinos, Parma). El superior general, santanderino, profesaba un gran aprecio al antiguo coronel pamplonés, por su afán de lla- mar a las cosas por su nombre, por su espíritu misional, alma grande que quería a su estilo servir a Dios, pero que debía acostumbrarse a vencer, convencer, sufrir y amar, someterse y dominar. Se estaba esparciendo el iluminismo francés con sus errores y eran necesarias aquellas vocaciones tardías con una fe a paso de carga, muy distinta de la que permane- ce sentada e inmóvil. Fray Miguel había terminado sus estudios. El superior general le ayudaba en sus iniciativas, ya hacia tiempo que era sacerdote y había vestido el hábito de San Francisco. El iluminismo creaba una religión fácil, en la que se mantenía a Dios distante, como un huésped a quien no conviene molestar. Para fray Miguel no existían religiones fáciles. Estas son patrimonio de los que no creen en nada. Lleno de audacia y coraje misionero, inquieto e insa- tisfecho como Javier, intentará con otro compañero italiano, el P. Lorenzo de Zibello, su aventura misional, haciendo a pie el viaje de Parma a Roma, unos quinientos kilómetros, para obtener el permiso, que por añadidura les fue dene- gado. El P. Colindres aún no tenía la máxima autoridad y volvieron a su convento con planes de renovación y de aggiornamento (1760). REFORMA Y REFORMAS Quedaba todavía el recuerdo de célebres capuchinos, diplomáticos y embajadores, como San Lorenzo de Brindis, fray Francisco de Pamplona, su eminencia gris, el secreta- rio de Richelieu, Jacinto de Casale, etc., especialmente apre- ciados por la casa Farnesio, que había escogido su sepultura en el convento de capuchinos de Parma. Expropia- dos durante la Revolución Francesa, los restos de la fa- milia, comenzando por Alejandro Farnesio, fueron traslada- dos a Santa María della Steccata (Parma). El antiguo con- e. está convertido en dispensario de la cruz roja ita- iana. Estos modelos inclinaban al antiguo coronel a seguir la senda trazada por sus antepasados y para ello quiere fun- dar los conventos de retiro como escuelas de formación. Es una corriente que fluye por Italia en contra del jan- senismo, regalismo e iluminismo que desemboca en el an- tijesuitismo. Un grupo de capuchinos italianos pone su confianza en fray Miguel de Pamplona por la influencia de su madre, marquesa de Grigny, aya de María Luisa. Además fray Miguel de Pamplona es consultado en asuntos eclesiásti- cos por el primer ministro Du Tillot, enviado por Luis XV y buen servidor de los Borbones de París y de Madrid. Nacido en Bayona en 1711, estudió en París. Llegado a Parma, país extraño, busca alguien de su tierra que le asesore y se encuentra con el pamplonés, a quien elige por consejero en nombramiento de obispos. Pamplona y Bayona siempre se han entendido bien. a
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