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guel en el convento una soledad sonora y un silencio tran- quilo. Cada momento tenía su ocupación, de manera que el día se deslizaba tranquilo con la regularidad de un re- loj y con la suavidad de una máquina recién engrasada. Era más pasivo que activo el carácter de fray Miguel, y más interesado en aprender que en enseñar. No necesi- taba imponerse, ya que nadie le contrariaba. Hubo cosas que le absorbieron, otras que le interesaron, algunas le di- virtieron y muy pocas le indignaron. Su vida se deslizaba con una apacible tranquilidad, con abstracciones continuas pero sin distracciones. Vivir en co- munidad no es vivir entre momias sino entre seres huma- nos. Este fenómeno debió captarlo la persona de fray Miguel. Trató de adaptar la disciplina militar y su genio violento a una disciplina religiosa de comprensión y amor, sabiendo que entre la resolución y la realidad hay un abismo, lo mismo que en las batallas. DECISION Y COMPROMISO 20 de noviembre de 1752. Pocos días antes de su pro- fesión religiosa, fray Miguel redacta una declaración en la que afirma no ser obligado por nada ni por nadie a dar este paso; ni por miedo ni por imposición familiar, ni por enfermedad, ni por otra causa, sino que se comprome- te de forma libre a los votos de pobreza, castidad y obe- diencia. Comenzaba para él una nueva vida. Podemos suponer que en el convento de Guastalla con motivo de los votos de fray Miguel estarían presentes su madre y otros invitados pero no hay referencia alguna a este hecho. La misma «Gazzetta di Parma» fundada en 1745, tiene una laguna de los años 1750-1760. También comen- zaban para él los años de estudio propios del sacerdote en que debía seguir un programa de vida espiritual muy semejante al del noviciado. Hace alusión al P. Angélico de Sassuolo como su Profesor y quizás orientador de su vocación, ya que guarda de él buenos recuerdos. En el Libro de Profesiones de Guastalla se encuentra que en la profesión de fray Antonio María de Parma, apa- rece la firma de fray Miguel de Pamplona, sacerdote ca- puchino y esto el 2 de julio de 1753, a los siete meses de su profesión. No se pueden dar detalles de la primera misa del co- ronel de Pamplona por no. publicarse durante aquellos años la «Gazzetta di Parma»; en el archivo episcopal tampoco está catalogado este día. Sus superiores le obligaron a siete años de estudio que no realizó con muchachos de veinte años, sino particular- mente. En Guastalla abundan sus firmas en diversas pro- fesiones de 1753 a 1763. El 16 de julio de 1791, por delegación del superior ge- neral Pablo de Colindres, se formó una comisión para exa- men de los clérigos estudiantes para el título de predicador, a los que fue agregado el P. Miguel de Pamplona: «Il quale benché non sia mai stato aggregato ad alcuno stu- dio formale, avendo solo studiato da se e colla direzione de qualche religioso dimorante con essolui di Famiglia, é stato--dal Rwmo. Patre Generale abilitato con sua dispen-
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