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pos. Nos dice que Carlos lll mandó construir el actual mausoleo y que él mismo compuso el epitafio, en un la- tín demasiado elegante. Durante la invasión francesa fue trasladado a la Catedral, al trascoro y en 1831 al claustro de la misma. El año 1753, año de la muerte de Gages, su edecán, fray Miguel celebraba su primera misa. AÑOS DE FORMACION El coronel González de Bassecourt llama a las puertas del noviciado de Guastalla; se trata de una vocación largo tiempo madurada. Cuando a los 72 años se ofrece para marchar a tierras de misión, dirá que su modelo es San Francisco Javier y se manifiesta así: «Estoy dispuesto a morir con mis 72 años ya que no en una isla de Asia, al menos en tierra firme de América». Es un hombre inquieto, parecido a San Pablo y a Javier. Salir a los 14 años para ingresar en el ejército supone una especial madurez. Todos los hombres si viven lo sufi- ciente alcanzarán la madurez, pero no todos por mucho que vivan, llegarán a estar maduros. Pasada su vida en las guerras de Italia, el hombre se sumerge en una unidad combatiente, aumentando en cada uno los deseos de independencia. En la postguerra por consecuencia surge un gran renacimiento de la personalidad. El noviciado le supone un raro proceso espiritual; su corazón ególatra desarrolló una capacidad sorprendente de amor hacia los demás y sobre todo hacia los infieles. Te- nía conciencia misional. Su genio se había frenado y orien- tado, pero no totalmente domado. A sus treinta y dos años no se había enfrentado con el «Qué» y el «por qué» de su vida. La respuesta la aprendió en los jesuitas de Pamplona cuando era niño, pero sin comprender su magnitud habíala olvidado. Todas estas cuestiones le fueron expuestas por el guar- dián y maestro de novicios antes de dar el paso decisivo; era una vocación amasada por el sufrimiento, el desengaño y las ingratitudes. De otra manera habría acompañado a Gages en su cargo de virrey de Navarra, donde le habría esperado un gran porvenir y grandes ascensos en el ejército. La ceremonia de vestir el hábito se guarda en el libro registro de Guastalla, hoy día en el convento de los capu- chinos de Parma y dice así: «Yo fray Miguel Angel de Piacenza, Guardián y Maestro de novicios capuchinos por orden del M. R. P. Félix de Borgo San Donnino, Pro- vincial de esta provincia de Lombardía, he dado el hábito de novicio clérigo al Sr. marqués Miguel González de Pamplona, coronel de S. M. Católica y comendador de la orden de Calatrava, nacido el 23 de abril de 1719 y lo he llamado Fr. Miguel de Pamplona... La imposición del hábito tuvo lugar el 19 de noviembre de 1751 delante del altar mayor, presentes los Hermanos de la Comunidad, profesos y novicios... y para que conste... escribo y suscribo la pre- sente declaración. Fr. Michelangelo de Piacenza Guardiano e Maestro dei Novizzi». Como reverso de su cuarto de banderas y de su des- pacho de secretario del conde de Gages, palpaba fray Mi-

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