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El conde de Gages preparó el contraataque, y sorprendien- do al enemigo durante el saqueo, consiguió rechazarlo. Los dos ejércitos permanecieron frente a frente, hasta que Lobkowitz, enterado de que Felipe de Borbón había pene- trado por el Piamonte, levantó el campo para socorrer al de Saboya. Esto sucedía el 1 de noviembre de 1744. Las batallas del Tanaro y Velletri figuran en el sepulcro de Gages en los claustros de la catedral de Pamplona. El Conde de Gages envió una misiva a Felipe V en la que le daba detallada cuenta de cómo habían sucedido los acontecimientos en el campo de batalla: «J'ai été surpris dans mon camp; il a été forcé; les ennemis sont entrés jusque dans notre Ouartier Général, d'oú ils sont chassés avec perte. Vos armes sont victorieuses et le royaume de Naples est en súreté; mais ce succés appartient tout en- tier aux troupes de Votre Majesté, leur valeur a réparé mes fautes que l'évenement n'attenue pas et qui seraient imperdonables si je cherchais á les disimuler». Felipe V le contestó enviándole el collar del Toisón de Oro. Los españoles, unidos a los napolitanos y más tarde también a los genoveses que entraban por los Alpes con Felipe de Borbón, consiguieron derrotar a los austriacos en Basignana el 25 de noviembre de 1745. Más tarde en- traron a Milán y continuaron hacia Magenta. En esta misma época Miguel González de Bassecourt fue nombrado edecán o secretario del conde de Gages, por sus cualidades y por dominar tres idiomas: francés, español e italiano. Con los nuevos refuerzos llegados de Austria se volvió peligrosa la situación. Según la «Biographie Nationale» de Bruselas, el conde de Gages impidió que la derrota de Piacenza tuviera caracteres catastróficos. Se ordenó pre- sentar batalla desde Madrid, temiendo los refuerzos de Austria. El resultado de tales órdenes se concreta en las siguientes bajas franco-españolas: 3.000 heridos y 2.000 prisioneros. Corría el año de 1746. A consecuencia de tales acontecimientos y el abuso de Madrid renunció el conde de Gages a su cargo y le susti- tuyó el marqués de la Mina. Gages había desarrollado una tan magnífica campaña el año anterior que Federicb !l de Prusia elogió con las siguientes palabras: «Siento no haber hecho al menos una campaña a las órdenes de este general...». Un militar puede combatir por su patria y por un ideal como un deber. Pero cuando se ven caprichos y camari- llas con la muerte de los soldados quizás innecesaria co- mo en este caso, entonces el militar se desanima, se desorienta y se olvida hasta de su deber, porque ha muer- to el ideal. Aquí debemos colocar el punto de partida del coronel González de Bassecourt, antes de ingresar al Noviciado de los Capuchinos en Guastalla. Estará con su madre por dos años en la Corte de Parma, nombrada ya Marquesa de Grigny, Grande de Parma, preceptora de María Luisa de Parma, futura esposa de Carlos IV, y de la infanta María Isabel de Borbón, su hermana (1749). En este año el conde de Gages es nombrado Virrey de Navarra, para morir el 31 de enero de 1753, dejando la orden de ser sepultado con el hábito de Capuchino en su convento de Extramuros de Pamplona. La «Biographie Nationale» de Bruselas lo presenta como buen administrador del Reino de Navarra, especialmente en la construcción de caminos y en la irrigación de los cam-

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