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A éstos añadiremos los capuchinos que de un modo o de otro han llegado a Cádiz o Sevilla y han buscado un espacio de tiempo para visitar al que fue maestro de mi- sioneros. Lo mismo podríamos citar a los muchachos na- varros que por cumplir el servicio militar en Africa o en plazas de Andalucía, se acercaban a Sanlúcar para visitar a su paisano, como lo declaró don Gregorio Zozaya, de Lumbier. El 12 de marzo de 1924 fue nombrado el P. Gumersindo de Estella, vicepostulador de la causa de beatificación del P. Adoáin, examinándose sus escritos y constituyéndose tri- bunales informativos de testigos en Pamplona, Barcelona, Se- gorbe, Valencia, Málaga, Cádiz y Sevilla. El día 12 de no- viembre de 1940 fueron aprobados en Roma, por la Sagrada Congregación, los escritos del siervo de Dios y el día 20 del mismo mes fue ratificada tal aprobación por Pío XI. Se organizaron homenajes en memoria del P. Esteban en la basílica de Santa Fe en 1924, a donde concurrió el valle de Urraul Alto presidido por su alcalde don Angel Blanco, que con otros oradores enalteció la figura del venerable, colocándose una lápida conmemorativa en la fachada de la basílica y al siguiente tuvo lugar otro acto en Adoáin, des- cubriéndose otra lápida en la fachada de la casa Eneko, don- de nació el misionero. En 1940 siguieron las conferencias de Sanlúcar, y en 1943, los actos religiosos de Pamplona, con asistencia de autoridades civiles, religiosas y militares, pú- blico de su valle natal, y de toda Navarra; publicaciones de prensa, conferencias en Lecároz; todo en memoria del pa- cificador y misionero; inquieto, impaciente y trotamundos como su paisano Francisco Javier. Debemos citar las opiniones de testigos contemporáneos sobre las cualidades del P. Esteban en sus diversos aspec- tos. El P. Claret, hoy en los altares, se expresa en estos términos: «Fr. Esteban Adoáin, capuchino. Cuando yo me encontraba en Santiago de Cuba, recién llegado, se presen- tó, como huyendo de La Habana, a causa de las persecu- ciones que sufría, por lo mucho que predicaba... Este Pa- dre Capuchino era celosísimo y muy práctico en hacer mi- siones. Tenía mucha habilidad para sacar de su mala vida a los mal constituidos en su familia. Después se fue a un Convento de capuchinos en Guatemala». Palabras del cardenal Vives y Tutó, O. M. F. Cap.: «Fr. Es- teban de Adoáin, excomisario general de América Central. Pasó al convento español de Bayona, en Francia, evangelizan- do los países vascongados. Gobernó todos los capuchinos de España, como vicecomisario, y los de Andalucía, como comisario provincial. Fue grande en obras y virtudes, y nues- tro más célebre misionero .en los tiempos presentes. Murió santamente en Sanlúcar de Barrameda el 7 de octubre de 1880». Del P. Saturnino de Artajona, su compañero de misiones en España: «Conocí al P. Esteban, mientras estaba yo de po en el noviciado de Bayona, pues no me llegaban as letras testimoniales, a causa de la dificultad de los co- rreos por la guerra carlista, año 1875. Terminado mi año de noviciado, e confirmarme más en las buenas cualidades del P. Adoáin, su maravillosa dulzura en el trato, con una exquisita prudencia con seglares y religiosos. Su conversa- ción era amenísima, entrelazada de historias y anécdotas, cuentos y acontecimientos de sus 30 años de misión en América. Si alguna vez no le salía bien el sermón, solía exclamar, sonriendo: «Hoy no estaba de temple». «Su pre- dicación era ardiente y eficaz, tanto que arrastraba a los hombres al confesonario, en Andalucía, lo que se conside- do nó
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