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campos, pero siempre con un ritmo trepidante de crecimiento. En él quedó situada la curia provincial, sede del gobierno de la Provincia, en pleno auge expansionista y de apertura de con- ventos; se mantuvo hasta 1940. En dicho convento se fue organizando y poniendo al día con alguna lentitud el colegio de teología como sede de todos los estudios eclesiásticos previos a la ordenación sacerdotal; se prepararon profesores con estu- dios superiores en las universidades de Lovaina y de Friburgo de Suiza y posteriormente en otros centros, sobre todo, roma- nos. El colegio ha marcado desde principio de siglo a todo el resto del convento, ya que además del número obligaba a cuidar instituciones, como la biblioteca conventual. Esta mani- festación tiene su historia a lo largo de la existencia de la comunidad de extramuros y son numerosas las alusiones a la misma en la documentación del archivo. Eran religiosos pobres, pero supieron ser sensibles al hecho cultural y formar unos fondos librarios que sorprenden a quienes los consultan en la actualidad: teólogos y moralistas clásicos, buenas ediciones de sumistas y decretalistas, grandes colecciones de fuentes, revis- tas excelentes para cada disciplina teológica. Muchas obras fundamentales provienen del período anterior a la exclaustra- ción y tueron salvadas gracias a la intervención de la Diputa- ción, que posteriormente los restituyó en gran parte a sus antiguos poseedores. Aunque el bloque de la decorosa biblio- teca proviene de adquisiciones de este mismo siglo, bien orientadas por los profesores responsables de cada disciplina. Ni se puede olvidar las aportaciones de hombres de letras que dejaron sus libros a dicha biblioteca; así don Isaac Vidaurreta y don Angel Goicoechea, pero sobre todo, don Santiago Ausina, que legó a este convento la rica colección de literatura. Su retrato ha merecido durante mucho tiempo un puesto de honor en la misma. El crecimiento antedicho obligó a dedicar a bi- blioteca un local muy digno, con una valiosa estantería, fabri- cada por los hermanos del convento y posteriormente a dedi- carle dos plantas de la nueva edificación en 1956-7, amén de otras dependencias para almacén, ya que son muy numerosos los fondos que se van trasladando desde otros conventos para centralizarlos en una biblioteca provincial de la Orden de un valor considerable. Sin contar la imprenta provincial, de la que nos ocuparemos más adelante, el convento de extramuros ha ido albergando otras instituciones, que han contribuido a darle un colorido abigarrado e intenso. De momento no podemos más que enu- merarlas: erección de la parroquia de San Pedro en la iglesia conventual dedicada de siempre al misterio de la Inmaculada (1952), apertura de un seminario para hermanos no clérigos (1957), apertura de un Centro para obras asistenciales (1955), y de una sección filial del Instituto Ximénez de Rada (1962-3) y actual colegio de San Antonio, sin olvidar la enfermería provin- cial con la última ampliación (1973) con trece camas, bajo la dirección de un hermano enfermero. Esta descarnada enumera- ción de instituciones quedaría incompleta sin la alusión al grupo de religiosos dedicados al ministerio directo con dedica- ción plena. La historia minuciosa de estas instituciones no cabe en este folleto; por necesidad nos veremos obligados a resumir los aspectos más importantes de la actividad conventual. PASTORAL Y EVANGELIZACION Después de decenios de ausencia los religiosos de extra- muros abrieron su iglesia, pobre pero limpia, a la piedad de sus pS

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