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En la prensa local aparecía el día 30 de junio de 1976 una nota referente a la cesión a los aezcoanos del dominio del monte del valle, hoy patrimonio del Estado. «En este valle de Aézcoa dispuso el Estado instalar una ferrería para municiones de guerra, y a tal efecto gestionó con el valle la cesión del mismo, comprometiéndose a cambio a instalar la ferrería que había de proporcionar inmensos beneficios a los vecinos del valle... ». En 1784 se firmó la correspondiente cesión a títuto to- talmente gratuito; pero un siglo más tarde, concretamente en 1885, el valle presentó un escrito al gobierno protestan- do de los atropellos sufridos por los vecinos y de los es- casos beneficios que proporcionaba tal fábrica, la cual, por otra parte, dejó de funcionar hacia 1884, siendo por fin ven- dida en pública subasta. Esta ferrería estaba instalada en el término de Orbaiceta del citado valle navarro. No es mi intención volver sobre el tema de la cesión, sino recalcar el hecho de la existencia en años pasados de una ferrería en el valle de Aézcoa, de la montaña de Navarra; y como ésta, hubo otras muchas a lo largo y ancho de esta abrupta geografía navarra. QUE ES UNA FERRERIA La respueta no puede ni debe ser larga: es una insta- lación más o menos compleja, para «sacar» de ciertos mi- nerales el hierro en estado libre o metálico, y elaborar a partir de él, los más variados utensilios para la vida de los pueblos. La historia de las ferrerías pertenece plenamente a la historia de las civilizaciones de nuestros antepasados; ellas han llenado durante siglos totalmente la actividad de mu- chísimas famiilas, que, con su labor artesanal, han contri- co al desarrollo de una época de la llamada «Edad del ierro», El petróleo es hoy el alimento y el combustible de nues- FERRERIAS —feN NAVARRAS Y Y

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