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edificio habitado, en cuyas paredes se advierten, en la par- te media superior, trozos de escoria y cal hidráulica como principales constituyentes de la misma. Todo ello «bajo la peña Azkar» (antiguo castillo). Estas ferrerías se alimentaban del carbón procedente de los bosques comprendidos entre el alto valle «de la Nive- lle» en Francia y el collado de Maya. Los hornos consumían enormes cantidades de carbón; Fernando Díaz de Jáuregui calcula que los monjes tenían que transportar cada año unas 9.000 cargas de carbón y mantener un bosque de más de 180.000 plantas. Cada año plantaban un mínimo de mil ár- boles, de forma que entre 1743 y 1792 se sabe plantaron 250.741 árboles de diferentes especies. El mineral de hierro, proveniente de Vizcaya, se des- embarcaba en San Juan de Luz, donde el monasterio tenía un desembarcadero y después se trasladaba en gabarras por el río, hasta Ascáin, desde donde se llegaba a las fe- rrerías en carros o a lomo de animales de carga. J. M. de Barandiarán publica en «Ikuska» (1949, 76-78) una nota tomada del «Auto otorgado por el Valle y Universidad de Baztán» de 1746, donde se hace referencia concreta de los yacimientos locales. Dice textualmente: «Artilleriaco- munoa, junto al paraje en que se saca la mena para las he- rrerías de Baztán». Según Barandiarán, actualmente se lla- ma «Meatzetako-kaskoa», la cumbre de las minas; todo esto hace ver que no todo el mineral usado en estas ferrerías sería el vizcaíno. En 1820, la comunidad poseía todavía un martinete para trabajar el hierro y reducirlo a barras, y una ferrería con to- do su equipo de herramientas en buen uso. Todo desapare- ció con la disolución de la abadía en 1839. Unzubieta (Oroquieta): Es una ferrería de carácter in- dustrial doble: hierro y cobre. Se encuentra en términos de Oroquieta y Erviti. He tenido en mis manos los originales de las cuentas de la fábrica de cobre pertenecientes a los años 1747-1750; aparece con el nombre de «Ynzubieta, en los términos de Oroquieta», perteneciente a una compañía formada por don Miguel Tarve, vecino de San Sebastián y don Juan Bernardo de Loperena, vecino de Pamplona; apa- recen Martín Bengoechea, fundidor, con un sueldo de 60 reales por mes; Jacue Juanena, cargador y cantero, con 52 reales; Tomás de Eliza, cargador, con 52 reales; 54 jorna- leros ocupados en los hornos, a 2 reales por día...». Los arrieros proporcionaban minerales de cobre procedentes de diferentes localidades navarras, y la compañía parece que consideraba como suyo un yacimiento de Leiza. Al cabo de un año se realizó el trabajo siguiente: «...las dichas 864 cargas 10 arrobas de matas se fundieron desde 7 a 15 de enero y produjeron 412 cargas de mata regular y éstas, cal- cinadas y fundidas, dieron 54 cargas de cobre negro y 31 cargas 18 arrobas de cobre refinado». A partir del 30 de abril hacen otra operación de fundido, para terminar el 10 de junio con otras 31 cargas de cobre refinado. Nueva hor- nada se inicia el 25 de junio. Otra operación metalúrgica el 9 de septiembre, y, finalmente, la última del año, del 9 de noviembre al 23 de diciembre. Se observa, por esta referencia, que las ferrerías de hie- rro eran mucho más sencillas y de producción más continua que las de cobre. Valcarlos: Si en la zona francesa de Arneguy hubo ferre- rías de cierta importancia, era de esperar alguna ferrería en la región limítrofe española, contando además la región con una mina de importancia, la mina Ondarola, separada de vaa PO SS
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