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te para su montaje y explotación, con el aprovechamiento consiguiente de los inmensos bosques de «la selva del Ira- ti» y de las minas de hierro próximas. En el siglo XVIll era propiedad de dos franceses, el conde de Ornano y el viz- conde de Echauz. No nos extrañe este hecho. Toda la línea divisoria fronteriza quedó sin delimitar, tras la absorción del Reino de Navarra por Castilla, y en el siglo XVIII la par- te norte de «la selva del Irati» estaba más en manos de franceses que de españoles, con una serie inacabable de cuestiones litigiosas; resulta de sumo interés la obra «No- tes sur la commission internationale de délimitation de 1784-1792», de M. A. de Saint-Saud, Paris, 1912. En 1784 compró la fundición el rey de España Carlos !l!, y en sus cercanías montó el nuevo establecimiento, rodeán- dolo de un poblado con su capilla y cementerio propios. La quemaron los franceses en 1794, restableciéndose seis años después; nuevamente quemada por las invasiones napoleó- nicas, estaba de nuevo en plena producción en 1844, para ser definitivamente abandonada a fines del siglo pasado. Se pueden admirar hoy sus ruinas; en BAP (1947, 251-257), se da una crónica de una visita de don Ramiro Larrañaga a esos memorables recuerdos. De verdad que aun la simple lectu- ra impresiona profundamente. Oroz-Betelu: Una ferrería en el río Irati, que dio trabajo directo a unas veintinueve personas. Urdax: Teniendo en cuenta una relación del valor de los inmuebles de la Abadía de San Salvador de Urdax (publica- da por Elso), el escribano señala: «Casa Bakeola, antigua forja compartida con Baztán, 134,22 reales vellón; fundición de hierro y forjas de Dancharinea, 40.000,00 reales vellón...». Se trataba indudablemente en este segundo caso de una instalación de bastante importancia, dada su tasación. Efectivamente, los monjes de Urdax fueron los promo- tores de la industria y del desarrollo económico de esa zo- na y el abad Pedro de San Martín montó la primera ferrería en 1414; es la ferrería de abajo, la ferrería vieja, Behereko- ola, situada en Dancharinea, «cerca del puente llamado Odol- dizun donde se dividen los dominios de las coronas de Es- paña y Francia»; su emplazamiento actual está ocupado por una central eléctrica que a su vez sucedió a un molino, lla- mado Ola; se conservan el canal y la presa y abundancia de escorias en sus cercanías. Los monjes disponían de bastante mineral de hierro, por concesión real; nada menos que de 10.000 quintales del me- jor mineral vizcaíno, por lo que decidieron montar una se- gunda forja en el corazón mismo de los grandes bosques de Ororbidea (hoy Olabidea). Por estar más arriba de Urdax, población central, le llamaron «herrería de arriba», gaineko- ola, y comenzó a funcionar en 1577. Considerados intrusos por este hecho por sus vecinos de Baztán, una incursión «airada» de sus moradores acabó en pocas horas con el es- tablecimiento. Terminó el litigio con la sentencia arbitral de 1584, por la que se procedió a reedificarla entre ambos liti- gantes, a partes iguales, dándole ahora el nombre de Bake- ola (ferrería de la paz). Se concluye la obra en octubre de 1586 y funciona la nueva ferrería a la perfección en manos de distintos arrendadores, hasta su destrucción total por par- te de los franceses en 1636. No obstante la insistencia de los monjes, no se volverá a reconstruir, por oposición siste- mática del Valle de Baztán. El nombre de Bake-ola no ha perdurado; el lugar de su emplazamiento sigue llamándose hoy aunque en su derredor no quedan más que abu es escorias y en ca

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