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espática, ni demasiado dulce como el que produce el mine- ral de Somorrostro» (Madoz). Este mineral de cualidades tan especiales, procedente de Vizcaya, fue el llamado «vena», hematites roja pura, con poca ganga de arcilla y bastante blanda; su ley era nor- malmente del 58% de hierro, llegando en ocasiones al 60% o más. Fue el único mineral que se consumió en las ferrerías navarras, procedente de Somorrostro, por lo menos durante el siglo XVIIl. Por su alta reductibilidad, se trató de beneficiarlo por reducción directa en los pequeños hornos; por esta razón muy posiblemente no se recurrió al Alto Horno en ningún establecimiento pirenaico hasta tiempos muy próximos a los nuestros, al contrario de lo que se hizo en Europa. A fines del siglo XVIII y principios del XIX, al aumentar el consumo y sobre todo al ampliarse la exportación al ex- tranjero, antes totalmente prohibida, se agotó rápidamente. Entonces se sustituyó por otro mineral, también presen- te en el yacimiento vizcaíno, el campanil, hematites roja compacta, con poca ganga de espato calizo y de una ley al- go inferior al mineral vena, del 55 al 56% de hierro. Desaparecidas ya casi todas las ferrerías y agotado tam- bién el campanil, se echó mano del rubio, hematites parda de ley próxima al 53%, que todavía se extrae de los ya- cimientos de Vizcaya, aunque en pequeñas cantidades. Hoy se trabaja casi exclusivamente con carbonatos de hierro. Nuestros hombres trabajaron, pues, con una materia pri- ma de excepcionales cualidades en riqueza férrica y exenta de elementos extraños, como el fósforo o el azufre. En las pequeñas minas esparcidas por los montes navarros y gui- puzcoanos pronto desaparecieron estos minerales tan apete- cidos de todos, por lo que se hacía cada vez más fuerte la dependencia del mineral vizcaíno. En tiempos de guerra, recurrían a los carbonatos y, según informe del ingeniero Muthuon, durante la de la Convención, a fines del siglo XVIII, se cerró el mar, y el mineral no podía llegar hasta las ferrerías de la cuenca del Bidasoa; por lo que los ferrones tuvieron que trabajar a base de sus propios minerales, an- tes que cerrar sus bien montadas industrias. FUNCIONAMIENTO DE UNA FERRERIA Previamente ha de prepararse el mineral por calcinación en hornos apropiados, dejándolo luego extendido a la acción de los agentes atmosféricos y sometiéndolo después a un fuerte desmenuzamiento ( se llamaba al operario des- menuzador del mineral); después se criba (galbai era el nombre de la criba), separando los diferentes tamaños y re- cogiendo los trozos similares a una nuez. El polvo y los menudos eran poco útiles para la opera- ción, por obstruir con facilidad la circulación del viento. pr llamaban a la parte que atravesaba los orificios de a criba). Los ferrones (olagizonak) colocan en el fondo del crisol (zirillo, y también arrago) un cesto de carbón, de tamaño grueso para facilitar la corriente del aire (ikatz llamaban al carbón; al almacén de carbón e iduri al carbón muy menudo); encienden el fuego por el procedimiento de la sa lan

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