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NECROLÓGICA. PADRE GERMÁN DE PAMPLONA, OFMCAP nes sobre los orígenes de Pamplona y sobre la Chanson de Roland, que espero poder desenterrar de entre el ingente rimero de papeles de toda con- dición y tamaño, escritos de su puño y letra. Tres brechas fatigosas, de valiosa exploración, venía abriendo desde hace veinte o treinta años, en el pasado medieval navarro: orígenes del reino; episcopologio pamplonés; y protohistoria del valle y universidad de Baztán. Sobre el primero de estos temas había dejado caer el polvo; del segundo desistió cuando el Dr. Goñi Gaztambide le tomó la delantera; y respecto del tercero, pareció esperar horas no comprometidas para elaborar en cuerpo de doctrina el acervo documental acumulado. Horas comprometidas fueron las de la defensa y publicación de la tesis doctoral; y horas comprometidas se barruntaron desde que cayó en sus manos un pergamino del siglo XIII sobre «El Crucifijo de Puente la Reina» y ofreció a su municipio, por parecerle cosa hacedera, un estudio satisfactorio sobre la protohistoria de la villa; y cuando, al aproximarse el 750 aniversario de la muerte de San Francisco de Asís (murió en 1226), juzgó casi un deber desterrar las múltiples fan- tasías que se han venido forjando sobre el itinerario del santo fundador por tierras hispanas. La protohistoria de Puente la Reina quedó en mero pro- yecto. Yacen en cambio sobre su mesa de trabajo más de un centenar de hojas y hojuelas otoñales, relativas al paso de San Francisco por Navarra, cruzadas como un limbo por nervios y nudos: líneas rectas y atravesadas, abreviaturas, siglas, trazos. No creo pueda resolverse tan intrincado laberinto sin un estudio largo y reposado, hasta aproximarse al umbral. Porque el Padre Germán, no solamente gozaba de una memoria privilegiada, que en una pata de mosca hallaba apoyo suficiente, sino que dominaba tan holga- damente la historia medieval del Reino, que nunca juzgó necesario consig- nar en sus apuntes ciertos postulados. No tuvo a su alcance libro viejo o nuevo, estudio grande o chico, ar- tículo sabio o necio, que rozaran temas navarros, y no lo anotara, subra- yara, aspara, censurara o completara. Y se cuentan por cientos. Desde Bosch Gimpera y Sánchez Albornoz a los más modernos investigadores, no hay uno que se libre de un mal, un ca, un eh! calificador. A veces, muy pocas, jus- tifica su veredicto con una aportación documental; pero siempre deja la huella clamorosa de sus inagotables conocimientos. Qué pena que se nos haya ido sin haber concertado en una grandiosa sinfonía navarra tantos com- pases de protesta! Su voluminoso legado gráfico (fotocopias, imágenes trinitarias, testimo- nios heráldicos) bien puede merecer los honores de la publicación, siquiera como elementos de un corpus desarticulado. Transcribir los documentos y cla- sificar todo este material no puede ser flor de un día. [5] 341
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