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Al casar Martín de Azpilcueta con Juana Aznárez Javier, el escudo hasta entonces simple de los Sada mixtifica, apareciendo conjuntas, las armas de los Sada ce peri ae decir, la luma menguante ajedrezada anco Has ee 5 lo XV todos los sellos de placa que hemos visto en los mentos originales de los señores de Ja- vier traen como armas la luna menguante con las puntas hacia abajo, no como generalmente se decía «luna cre- ciente». No es pues aceptable la afirmación de que las armas de Javier eran «una luna menguante» jaquelada de plata y sable (Moreno Escribano). Su mujer Juana Aznárez debió morir pronto, pues en 1477 hizo testamento, cuyas cláusulas, así como las de su matrimonio, se ignoran. Su hija mayor María tendría a lo sumo trece años, pues su padre casó en 1463. Hasta su matrimonio con el Dr. Jasso, lo más pro- bable no antes de 1488, correspondió a Martín, su padre viudo, el título y funciones de señor de Javier. Don Martín, ni en Javier ni en su palacio «nuevo y almenado» de Azpilcueta, se vio molestado por el conde de Lerín, lo que no ocurrió así a su amigo Mosén Pierres de Peralta, quien en 1471 se queja de que le habían arre- batado el señorío de Maya; así como el mismo conde de Lerín le arrebató al agramontés Sancho de Bergara en 1471 el señorío de San Adrián, que en 1459 el rey Don Juan concedió a su padre Pierres de Bergara en atención a sus méritos en el Baztán, y por indicación de Mosén Pierres de Peralta. Durante su señorío tranquilo en Javier no le vemos in- tervenir en reparaciones del castillo, - según el P. Aba- res, jesuíta jaquense, en sus anales Aragón, afirma en 1684: «Los agramonteses en 1456 pusieron a Javier tan por el suelo que no se ha levantado hasta aquí». 0< 88 o

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