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en parte de la obra del obispo Compañón. En 1946 el P. Var- gas Ugarte, S. J., publicaba todas las piezas musicales en número de 18 con el título de «Folklore Musical del siglo XVill». El Yaraví es una canción india, triste y sentimental, al modo de la saeta andaluza. El IV Centenario de Trujillo volvió a recordar la figura del gran obispo explorador y constructor que lo mismo manejaba la pluma, el libro, el arado o el báculo pastoral; salieron a flote los elogios del escritor trujillano don Ramón de Ostolaza y Ríos, que en un folleto publicado en Lima en 1784 llamaba al inquieto navarro «elocuente protector de las Ciencias, or- namento de la diócesis de Trujillo, ejemplar de Prelados, res- taurador del Seminario conciliar y generoso Mecenas del mismo». Se buscaba su Colección gráfica por indicación de la Jun- ta del Centenario de Trujillo, y le cupo la suerte de encon- trarla a Luis Ulloa (peruano) en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, haciendo un índice completo de cada uno de los nueve tomos y enviándolo a la Biblioteca Nacional de Lima. Por los años de 1936 aparecía en Madrid una publicación de dibujos y acuarelas; su autor era Jesús Domínguez de Bordona, que había seleccionado las que le parecieron más interesantes en número de 104 de las 1.411 que forman la colección total; escribió una introducción y le dio por título: «Trujillo en el Perú a fines del siglo XVIII». Dibujos y acua- relas que mandó hacer el obispo don Baltasar Jaime Mar- tínez Compañón y Bujanda. Habría sido un éxito si hubie- ra publicado la colección completa. Vamos a dar una visión de conjunto de la mentada co- lección, Está dividida por materias en carpetas diversas oO tomos, en número de nueve, aunque su capellán les da el número ocho, por figurar en el tomo nueve muchos dibujos y acuarelas contenidas en el primer tomo. El primer tomo va dedicado a la descripción de su ciudad episcopal de Trujillo y de su obispado, figurando la estadís- tica de sus habitantes, obras realizadas por el prelado, mapas y planos de los distritos y ciudades, retratos de los obispos, y planos de las nuevas poblaciones. El segundo tomo contiene todo lo referente al folklore, usos, costumbres, trajes de indios y españoles y, finalmen- te, melodías del siglo XVIII, las más conocidas en ese tiempo. Los demás tomos, lll, IV y V, van destinados a la flora; y el VI, VII y VIll a la fauna, El IX y último va dedicado a as antigúedades incaicas y preincaicas, esparcidas por todo su territorio, y que resulta uno de los más interesantes. Los dibujos y láminas están hechos a pluma o a la acua- rela, constituyendo un verdadero éxito los planos y alzados de ciudades, edificios, pueblos y construcciones. Es de creer que el cartógrafo José Clemente del Castillo debió trabajar con un equipo de ayudantes. El obispo no se contenta con describir los animales, plan- tas, cerámicas, planos, etc., sino que recogió muchos de es- tos objetos y los envió al rey. En el Archivo de Indias se conservan los índices de los envíos, y por tales índices se puede venir en conocimiento de su paradero. En la obra cartográfica se ve que el mn llevaba con- sigo hábiles dibujantes en la visita pastoral para levantar planos y mapas. Podemos citar la planta topográfica de la provincia de Saña (Ill); las cartas topográficas de la pro- vincia de Piura (11), Jaén y Cajamarca (IV), Huambos, Cha- chapoyas (V), Moyobamba (VI), planta de la ciudad de San- tiago de Miraflores de Saña (Il). Del pu de Lambayeque (111). Santiago de los valles de Moyobamba (VI), etc. e

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