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EL CERRO DE ESTELLA Derivándose de la voz griega «podion», equivalente a montaña, collado, lugar eminente, la palabra fue evolucio- nando morfológicamente, convirtiéndose en «podium» o po- dio, dando en Francia «puy», en Cataluña «puig» y, en otras partes, puyo, poyo, pueyo. Buru y muru fueron dos palabras que en Vasconia desi naron esa misma realidad durante siglos, antes de que la presencia franca aportara voces extranjeras al acervo lin- gúístico indígena. La ruta penitencial hacia Compostela y el establecimiento de numerosos núcleos de población extran- jera en Navarra, desde finales del siglo XI, trajeron modas nuevas, envueltas en la lengua occitana. Una de estas pa- labras importadas fue la de puy o pueyo. Los navarros la empleamos desde entonces, sobre todo en la zona media y sur, más afectadas por el romance. Entre todos los cerros bautizados con este nombre, uno de los más conocidos es el Puy estellés, acaparado como sustantivo por la imagen mariana, señora de la devoción de Estella y su comarca. Sancho el Mayor amplía sus dominios con hambre de imperio hispano. La orden de Cluny se extiende por Europa, implantando la reforma religiosa en el monacato y en la cristiandad. El monarca navarro los llama a su reino. Los monjes van haciendo sentir el peso de su influencia, de su cultura y de su poder a lo largo del Camino de Santiago, sembrando la ruta de hospitales y abadías, apoyados por los monarcas. Europa se une caminando hacia el Finisterre gallego. El bordón y las veneras son pasaportes en las fron- teras. Sancho el Mayor ha librado de enemigos sarracenos el valle del Ebro. El Camino jacobeo de Pamplona a Vitoria por las sendas de Alava, es desviado hacia el sur, por te- rritorio más llano: Pamplona, Viana, Logroño, Nájera. Frente al remanso formado en el interior de un recoleto vallecito por el río Ega, y en la loma de la montaña que lo cierra por el Norte, se alza un lugarejo o villa llamado Li- zarrara, Lizarraga o Lizarra. Es un pueblecito apartado, so- bre el camino de Yerri al monasterio de Irache. Los pere- grinos jacobeos apenas tenían noticia de él. La vía romera - marchaba directa, desde Villatuerta al cenobio benito ira- cense, por la ermita románica de San Miguel y el priorato- hospital de Zarapuz, filial de San Juan de la Peña. Sancho Ramírez, rey de Aragón y de Navarra, se fijó en el valle de Lizarra para establecer en él una nueva pobla- ción de francos, desviando la ruta por la Cuesta del Moro, la pieza del Conde y la margen izquierda del río, El año 1090 fue el de la fundación de «Stella», nombre que parece un eco latino del poblado vascón «Izarra» (estrella), plas- mada en el escudo de armas ciudadano. Muy pocos años antes había sucedido en la montaña sobre Lizarra un suce- See EN

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