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dores, inventando la palabra «marotada» como sinónimo de trampa desmedida. Sin embargo es preciso señalar al ge- neral carlista Latorre como la persona más influyente en los sucesos que prepararon el «Abrazo de Vergara». Lato- rre fue consejero de su jefe, animándole para que se al- zara en rebeldía con la mitad del ejército carlista. Cuando el propio Maroto se hallaba indeciso sobre la actitud a , Latorre le preparó la entrevista con Espartero en Abadiano, el 17 de abril de 1839, y fue autor de las bases para el «Convenio de Vergara», firmado el 31 de agosto de 1839, al cual, dato significativo, no concurrieron ni los na- varros ni los alaveses. Sólo algunos batallones vizcaínos, guipuzcoanos y castellanos. Puede acusarse a Maroto de mo haber sacado más par- tido para el régimen foral de las Provincias Vascongadas Y Navarra, de no haber formado un tribunal militar para os fusilamientos de Estella, de haberse apurado demasiado para terminar el conflicto armado, sin exigir mejores condi- ciones para el ejército y el partido carlista, puesto que no se trataba de una rendición incondicional de las tropas de don Carlos, sino de un convenio de igual a igual, entre dos ejércitos aguerridos, bien entrenados. Consumada la traición de Maroto a la causa de don Carlos, éste optó por pasar la frontera. Le acompañaron sus tropas más fieles. Entre ellas estaban algunos batallones castellanos, que prefirieron el destierro antes que incor- porarse con sus grados, pagas y ascensos en el ejército isabelino. Don Carlos, confinado en Bourges por Luis Felipe, mo- ría en Trieste en 1855. Maroto, colmado de honores, con el título de conde de Casa-Maroto otorgado por el gobier- no de Madrid, embarcó hacia Perú. Al llegar al Callao no pudo descender del barco por habérselo impedido el pre- sidente Castilla, cuyo hermano, Leandro Castilla, había pe- leado a las órdenes de Cabrera, sufriendo el exilio en Francia. Nuestro general continuó hacia Chile, patria de su esposa. Esta era dueña de grandes posesiones cerca de Valparaíso. Era el año 1847, que todos los diccionarios mencionan como fecha de su muerte. La partida de defun- ción del general don Rafael Maroto se encuentra en la parroquia de San Salvador de Valparaíso, y no deja lugar a dudas sobre la fecha de su fallecimiento. Fue el día 25 de agosto de 1853. La familia Maroto, residente en Chile, no ha conservado un solo documento de su antepasado. Sala de los Generales, contigua al patio de acceso a la basílica del Puy, y a mano derecha. Sala de agonía y de espera para un viaje sin retorno de unos hombres leales a un hombre y a unos principios. Capilla de muerte, visita- da por Santa María mientras duraban las obras de la ba- sílica, Al norte del santuario, una placa en el muro norte, con unos nombres, recuerda la gesta póstuma de unos sol- dados carlistas navarros, fusilados por Rafael Maroto.
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