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Tomás Muñiz Pablos, obispo de Pamplona. Asistieron al acto las autoridades, los miembros de la Junta de obras del Puy, y numerosos devotos. Mientras duraron las obras, la imagen mariana estuvo cobijada, ya debajo del coro de la primitiva iglesia, ya en la planta baja, en una habitación conocida con el nombre de «Sala de los Generales». El templo quedó techado el 16 de mayo de 1932, pudiendo celebrarse la Santa Misa. La decoración y adorno del in- terior se fueron demorando hasta el año 1951. El ayunta- miento de Estella, la Diputación Foral, los devotos del Puy, sobre todo los estelleses residentes en Navarra y fuera de ella, contribuyeron con sus aportaciones a costear el im- porte de las obras. A pesar del entusiasmo popular, fue ne- cesario recabar un empréstito para terminar los trabajos. El edificio es de cemento armado, sin revestimiento ex- terior, y recubierto de ladrillo en el interior. De planta de cruz griega, tiene una superficie total de 550 metros cua- drados, incluidos los del presbiterio. El eje mayor mide 36,50 metros, y el menor del crucero, 31 metros. Al fondo está la capillita del Santo Cristo, trasladado desde el Humilla- dero vecino, levantado en el punto donde se detuvo la Vir- gen cuando se trató de bajarla al llano. Es posible que fuera trasladado a-la basílica en 1644. Falta por construir la to- rre, en el mismo estilo moderno de la iglesia, y reformar los edificios contiguos. El templo se hace pequeño en las gran- des aglomeraciones, habilitándose en estos casos la expla- nada anterior. El altar de la Virgen está un poco retrasado hacia el ábside para recibir toda la luz por los costados. Existe la sensación de que la luz se infiltra por el ábside en todas las direcciones, a través de las diversas tonalidades de las vidrieras, dándonos la impresión de que hemos llegado al Reino de la Luz descrito en el Apocalipsis. Figurando las doce tribus de Israel, se extiende sobre el altar una enor- me estrella de doce puntas, abarcando toda la girola, y terminando en los ángulos diedros del muro. En los cris- tales policromos aparecen los Escogidos en forma de án- geles, pastores y corderos, invocaciones de la letanía lau- retana, como si los elegidos hubieran llegado a la casa del Padre en su peregrinación penitencial, guiados por la Virgen María. Los cielos son como una serie infinita de radios, de almas en ruta hacia Dios, según el concepto que tiene el cristianismo, efigiadas sobre las vidrieras, y simbolizadas en el friso de las Panateneas. Como nueva expresión, se desdeña el bulto redondo de la figura, tan ligada a la en- carnación marmórea de los dioses olímpicos, y se prefiere una medida bidimensional, anchura y largura, sin perspec- tiva o relieve, uniendo la realidad y el símbolo, emparen- tándose con el mosaico bizantino mediante la frontalidad. Las figuras lineales quedarían deshumanizadas si no fuera por sus miradas frontales. Sus ojos se abren vacíos de pu- pilas, porque a Dios se le ve de un modo intelectual, Es una mirada modelada por el espíritu, un modo de mirar y vivir por dentro. Gracias a la luz, las figuras se alargan y estilizan, se convierten en alusiones espirituales. El tem- plo se convierte en una experiencia mística, en una me- ditación callada y en una anticipación de la verdadera vida. Al suprimir la tercera dimensión, las formas se vuelven planas. No hay corporeidad material. Se ha espiritualizado y glorificado, sin carga de materia. Por esta razón, la luz no redondea las figuras. Las superficies, modelados y plie- gues no son producidos por la sombra, sino por la mental PTI NN NON O e LI LEA, LIN LA A o cr A o PE 2 EME A e 8:

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