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fieles a su Virgen patrona excitaron la codicia de un ma- leante el año 1640. Durante la noche penetró en la iglesia, llevándose algunas alhajas y vestidos. Salió del templo y estuvo caminando toda la noche. Cuando creía estar ya cerca de Logroño, el alba le sorprendió a dos pasos de la basílica, sin que sus esfuerzos por alejarse dieran ningún resultado. La justicia lo halló con el producto del robo en las manos, siendo apresado y cortándole ambas manos, que fueron clavadas en una columna de madera, en el lugar donde fue sorprendido. Más tarde la columna fue sustituida por otra de piedra, emplazada junto a las escaleras que conducen a la basílica En ella se esculpieron dos manos. La inscripción recuerda el hecho: «D.O.M. Ad perp (etuam) mem(oriam) stuplendi) prod(igii) B.M.V. de Puy. Anno Do- mini MDCXL» (A Dios óptimo máximo. Para perpetua me- moria del estupendo prodigio de la Bienaventurada María Virgen del Puy. Año del Señor 1640). Otra leyenda relata que, en las noches del 16, 23 y 27 de mayo de 1684, la campana de la basílica sonó tres veces sin que nadie la tocara. Era la única campana que había en la iglesia. El tañido fue constatado por el prior don Juan Amunárriz, quien levantó acta del suceso, y por cinco per- sonas que habitaban en el santuario. La tradición, siempre poética, sostiene que la campanita milagrosa es la misma que se conserva encima de las habitaciones del Prior, pro- tegida por una rejita, entre cuyos barrotes aparece el año 1684, El tañer de la campana fue interpretado en Estella como una advertencia de la entrada de los franceses por Roncesvalles. Algunos vecinos partieron hacia Pamplona, dispuestos a defender la ital del reino. Pero la tormenta cambió de rumbo, dirigiéndose a las plazas del Rosellón. Durante mucho tiempo se estuvo celebrando en el Puy la misa de la Natividad de la Virgen el sábado anterior al primer domingo de agosto. La razón de tal práctica data de cuando el Virrey de Navarra, marqués de los Vélez, llamó tropas para salvar la plaza de Fuenterrabía, sitiada por los franceses (1638). Marcharon los hombres de Es- tella, acaudillados por su paisano Eguía, y lucharon valero- samente en primera línea en las estribaciones de Jaizquíbel. Fue maravilloso que ninguno de ellos muriera, a pesar de las andanzas, malandanzas y bienandanzas de la batalla. Era el 8 de septiembre de 1638, festividad de la Natividad de la Virgen. Atribuyéronlo los estelleses a singular protección de la Virgen. Por ello se celebró la misa en agosto, fiestas de la Virgen del Puy. LA NUEVA BASILICA Siglo XX. La basílica construida en el siglo XVIl se ha- llaba ruinosa. Estella y los devotos de la Virgen del Puy deciden sustituirla por otra más digna. El arquitecto don Víctor Eusa hizo los planos. La planta, el mobiliario y la decoración aluden a las estrellas que, según la tradición, señalaron a los pastores la presencia de la imagen en este lugar, al nombre del primitivo poblado indígena, Izarra, al de la pan fundada por Sancho Ramírez, «Stella», y a la «estrella» del escudo ciudadano, El 25 de mayo de 1930 bendijo la primera piedra don Pu

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