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la iglesia del Puy, por los meses de mayor intensidad de paso de peregrinos hacia Santiago. No se les dio recom- pensa ni estipendio alguno por su trabajo. Por ello, uno de los religiosos se compensó ocultamente llevándose la re- liquia de San Marcos, muy venerada en Estella, y en cuya fiesta se realizaba una peregrinación al Puy. Llegado el religioso a Logroño, escribió a la ciudad diciendo que de- volvería la reliquia si le daban su estipendio. No habiendo recibido respuesta, el fraile continuó hasta Valladolid, de- positando la reliquia en el monasterio de San Benito. Era prior del Puy don Fernando de Baquedano, miembro de la influyente familia de este apellido, acaparadora de cargos en Estella y en la abadía de lranzu. Don Fernando se puso en camino hacia Valladolid, con poderes del regi- miento de Estella Después de mantener pleito con los monjes, llegaron a un acuerdo. El hueso de San Marcos se lo repartirian entre ambas partes contendientes. Los re- ligiosos entregarían además una espina de la Santa Corona del Señor, y dos marcos de plata para hacer un relicario. El relicario se conserva actualmente. Lleva esta inscripción: «Ferdinandus a Baquedano me recuperavit». Por el servicio prestado, el rey Francisco Febo de Navarra incorporó el patronato del Puy a la iglesia colegial de San Bartolomé de Gollano (1482), pueblo en que radicaba el palacio de los Baquedano. Muerto don Fernando en 1502, el principe de Viana don Andrés Febo, en nombre y representación de sus padres, los reyes Juan de Labrit y doña Catalina de Navarra, recobró el patronato real, nombrando prior del Puy a don Juan de San Juan, según se comunicó al oidor, el bachiller don Pedro de Sarría. El nuevo prior tomó posesión el 30 de noviembre de 1502. Protestó el rector de Gollano, don Gonzalo de Baquedano, apelando al obispo de Pamplona y a Roma, pretendiendo que el patronato era vitalicio de la casa de Baquedano. Prevaleció la disposición real. Para eterna memoria del hecho y para convencer a los Baque- dano, el oidor Sarría colocó en el atrio de la basílica y en el ático o remate del antiguo retablo los escudos con las armas reales. Los priores tuvieron derecho de sepultura en el interior del santuario. Alguna vez se menciona entre las parroquias de Estella la «ecclesia Sancta María de Podio». El Becerro del Puy refiere que se administraba el bautismo en ella, sirviendo de pila bautismal la del agua bendita. En dicho libro Becerro figuran partidas de defunción y de matrimo- nio, desde 1713 a 1778 e incluso hasta 1837. Probable- mente se refieren a familiares, servidores o peregrinos. Sobre este particular, los priores se enfrentaron con la pa- rroquia de San Pedro de Lizarra, defendiendo el derecho de que los servidores del santuario pudieran ser enterrados en él, FLOR DE LEYENDAS Los estelleses han revestido a lo largo de la historia sus santuarios y monumentos con bellas capas de oro de leyendas. El Puy no podía ser ajeno a esta realidad, y en torno a la basílica han ido germinando desde la de la a rición de la Virgen. Las joyas y mantos regalados por co Hi
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