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. FUNDACION DEL PUY EN ESTELLA Antes de 1090, fecha en que el rey Sancho Ramírez inició la fundación de Estella, existía la «Villa que vocatur Lizarrara», una pequeña población emplazada en el carasol del monte, dominando la recoleta hondonada, los terrenos del cenobio de lrache y las crestas de Montejurra, Su pri- mitiva parroquia estuvo dedicada al apóstol San Pedro. Continúa siendo uno de los templos estelleses. Estella se pobló con francos. Estos pusieron sus ojos en el cerro emplazado sobre la antigua Lizarra para erigir un santuario a la Virgen, al que pusieron el nombre fran- cés de Puy. De haber fundado el templo los navarros del barrio de Lizarra le habrían puesto un nombre vascón. To- da colonia extranjera que vive fuera de su patria venera sus propios santos titulares. Los catalanes invocarán a la Virgen de Montserrat, los asturianos serán devotos de la Santiña de Covadonga, los aragoneses lo serán, y a mu- cha honra, del Pilar, como los navarros tendrán por patro- nos, al menos desde el siglo XVII, a San Fermín y San Francisco Javier. En manos de Cluny, Rocamador alcanzó fama internacional, extendiéndose su devoción por el Occi- dente cristiano, conociéndose en Sangúesa, Estella, Tudela y Ujué, cuya imagen mariana lleva en la silla un medallón en que se lee: «Sigillum Beatae Mariae de Rocamador». Los habitantes de Cahors y del Cantal residentes en Estella, habían de ser rocamadorianos. Los de la comarca ael Velay lo habían de ser de su patrona la Virgen del Puy. Cada uno trae su recuerdo regional, reviviendo en el ex- tranjero los nombres conocidos, tanto del paisaje como de sus devociones. Los gascones introdujeron el nombre de Urgull en San Sebastián y el de Guetary en Guipúzcoa y Labourd. Las relaciones que originalmente pudo haber entre Le Puy-en-Velay y el Puy estellés son desconocidas por falta de documentos, o por haber desaparecido en el incendio de nuestro santuario, en que perecieron el «Libro de gra- cias y favores» y otros ejemplares, como el «Registro de Cofradías», por distracción de la beata o ermitaña, según refiere el historiador estellés Lezáun y Andía, Al constituirse en guardianes del Puy la cofradía de los Sesenta (1174), vemos que sus nombres son totalmente francos: Esteban Brun, Bertolín, Pere Tibalt, Remón Rabí, Johannes de Pamplona. Parece que éstos formaban la pre- sidencia de la confraternidad. Después de nombrarlos, el documento prosigue: «y a los otros Sesenta cofrades de Santiago, doy y concedo nuestra iglesia de Santa María del Poi sobre Lizarraga», dándoles permiso para hacer ente- rramientos en el templo, y encargándoles edificar y mejo- rar la iglesia del Puy, pudiendo poseerla plena y libremen- te, pagando tres maravedises de censo anual al obispo de la diócesis. Podemos conjeturar que los Sesenta edificaron y me- joraron la iglesia del alto en Estella, según aconseja el prelado. En el último tercio del siglo XI!l, el estilo en que fue construida debió ser el románico, como lo era la sm. sílica del Puy, en Sos del Rey Católico, semidestruida por los años 1936. Por los mencionados en el decreto episco- pal, podemos deducir que los cofrades de Estella proce- dían de la región del camino podense. El último, Johannes de Pamplona, sería un simpatizante de la devoción, o co- nocía la región del Velay, o había obtenido algún favor de la Virgen del Puy.

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