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culiar de nuestra catedral. Podemos verla en otras muchí- simas iglesias del Velay, como la de Saint-Paulien y la abacial de Le Monastier, y en regiones más alejadas, como la célebre Magdalena de Vézelay. Durante el siglo XIX fue restaurado el templo bajo la dirección del arquitecto Mallay, añadiéndose la amplia escalinata de acceso. En dos de los peldaños se lee esta inscripción, tomada de la antigua basílica: «Ni caveas crimen, — caveas contingere limen, nam Regina Poli — vult sine sorde coli». (Si no te cuidas del pecado, guárdate de transponer la puerta, pues la Reina del Cielo exige un culto sin mancha). Las dimensiones del templo son: 63 metros de largo, 41 de ancho y 23,70 de alto, con una superficie total de 1.077 metros cuadrados. Las cúpulas bizantinas de paños sobre trompas, que cubren la nave central, se cree fueron hechas por artistas del Velay llevados por Ademaro del Puy a formarse en la escuela de Constantinopla. En el extremo del brazo norte del crucero se halla el altar dedicado al apóstol San Andrés, patrono de la ciudad junto con la Virgen. La capilla fue decorada con frescos ro- mánicos. Entre escenas del Antiguo Testamento, destaca la imagen colosal de San Miguel, de 5,55 metros de altura. Todo el conjunto mural se pintó a fines del siglo XI, bajo la influencia bizantina. El arcángel San Miguel, vestido a la moda oriental, muestra el «loros» o estola central, ador- nada de oro ] piedras preciosas, sobre el vestido de rojo cinabrio, orlado el manto con una franja amarilla y recu- bierto de cabujones de oro y azul. Erguido sobre el suelo amarillo y destacando en el fondo verde, despliega las al- tas alas sobre las espaldas, la noble cabeza levantada y aureolada, en actitud hierática, los pies sobre el dragón al que atrivesa con su lanza. En el centro ae la nave lateral nordeste aparece la ma- no bendicente según el rito bizantino. El pulgar y el índice o «símbolo de la Humanidad y Divinidad de Cristo, y os tres restantes extendidos, significando la Trinidad. Del antiguo tesoro de la catedral queda la Biblia de Teodulfo con letra visigótica. La mayor parte de los objetos artísti- cos e históricos fueron desvalijados cuando la revolución francesa. : En el altar mayor se venera la imagen de Santa María. A lo largo de la historia han existido aquí tres esculturas marianas., De la primitiva solamente se conservan copias en las medallas que llevaban los peregrinos a modo de ve- nera y distintivo, La segunda, la Virgen Negra, fue traída desde Oriente es San Luis, según refiere el manuscrito 2.222 de la Bi- lioteca Nacional de París. Fue quemada en la plaza pú- blica durante la Revolución, el año 1794. En el interior de su cabeza se guardaba un escrito. Los revolucionarios no permitieron siquiera leerlo. El escritor artista Faujas de Saint Fonds mandó hacer un grabado de la imagen que to- davía se conserva, y hace lamentable la desaparición. Dice tratarse de una estatua de madera de cedro, vestida con sedas finas, ajustadas y pegadas a la madera y pintadas de bellos dibujos. Sus ojos eran de vidrio y la nariz, enor- memente grande, causaba extrañeza a primera vista. Desaparecida la efigie, hubo que llenar la hornacina va- cía. En 1844 fue llevada la escultura actual desde la capilla de San Mauricio. Se mantiene recubierta de ricos vestidos para mejor recordar la primitiva, según figura en las en- señas de los peregrinos. Fue coronada solemnemente E A
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