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dad de Clermont. El obispo Ademaro instituyó como himno oficial de los cruzados la «Salve Regina», con la misma letra y música con que se cantaba ya en Compostela y Roncesvalles. Una vez más, el Camino de Santiago respon- día a la idea universalista de Sancho el Mayor, llevando hasta Oriente la piedad, las artes y las armas. Con los santuarios de San Martín en Tours, la Magda- lena en Vézelay, San Trófimo en Arles, y Rocamadour, el templo de Le Puy fue uno de los más venerados de Fran- cia. A lo largo de la historia lo visitaron seis pontífices y numerosos santos, entre ellos San Odilón, abad de Cluny, San Esteban, fundador de los monjes de Grandmont, orden que contó con fundaciones en las ciudades navarras de Tudela y Estella (Santa María jus del Castillo), Santo Do- mingo de Guzmán, San Vicente Ferrer, San Antonio de Padua, superior de los franciscanos del Puy y peregrino de Rocamador, A las visitas de eclesiásticos han de aña- dirse las de monarcas franceses, desde Carlomagno hasta Francisco 1. Entre otros personajes célebres se cuenta la madre de Juana de Arco, la cual acudió en 1429 con sus dos hijos, Juan y Pedro. Los sucesos de la Revolución francesa no perdonaron el histórico santuario. La Santa Sede amplió el gran jubileo de 1796. Siendo imposible acudir a la basílica de la Virgen ca el Papa permitió ganar las gracias jubilares en cualquier oratorio católico. Hemos de anotar la reunión extraordinaria de la juventud francesa el 15 de agosto de 1942, en plena época de ocupación. La ciudad, en la que se juntaron diez mil jóvenes, estaba en la zona no ocupa- da. De todos los labios brotaba esta plegaria: «Tous unis autour de Notre-Dame... en pleine communion avec nos absents, prisonniers et séparés, nos avons senti battre nos coeurs á l'unisson d'une méme confiance». La capital del Alto Loira, con su santuario, recobra ac- tualmente la importancia que tuvo en la Vía Podense, rumbo a Compostela, por la que las ideas europeas se trasvasaron a España, y lo hispano-árabe corrió hacia el corazón de Europa, como podemos constatar en la catedral. LA CATEDRAL DE LE PUY Entre los monumentos arquitectónicos que pueden ad- mirarse en la capital del Velay se cuentan cuatro templos románicos: el baptisterio de San Juan, la capilla de Saint- Clair, la iglesia de San Miguel y la catedral de Santa María. El primero, situado al norte de la catedral, debió ser alzado en el siglo XI. Consta de tres cuerpos cuyas bóvedas primitivas cayeron a causa de un temblor de tie- rra en 1427. El ábside conserva la bóveda de horno, y en el interior del muro se abren grandes nichos enmarcados por columnas de mármol, El gran aparejo de la parte infe-* rior es de época romana. La capillita octogonal de Saint- Clair, en las afueras de la ciudad, es conocida con el nombre de «Templo de Diana», sin duda por su forma y reducido tamaño. Sus paredes se decoran con esbeltas ar- querías de arcos lobulados. Se cree sirvió de capilla al anti hospital de Aiguilhe, mencionado desde el siglo XI. Sobre la afilada roca basáltica de |'Aiguilhe se iniciaron
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