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1637. Ingresa en la orden de los capuchinos. 1638-1644. Profesión religiosa. Reside en diversos conventos 1645. Hacia 0 misiones del Congo. 1646. En Inglaterra. 1646. Se entrevista con el Papa. 1647. Organiza una expedición misionera a las Indias Occidentales. 1647-1651. Años de apostolado. 1651 (31 de agosto). Muere en La Guaira (Venezuela). De la simple lectura de estas líneas se desprende que en la vida de don Tiburcio de Redín hay que considerar sus dos etapas: la militar y la misionera. TIEMPOS VIEJOS A lo largo de la calle Mayor, en Pamplona, y llegando al número 31, encontramos la casa solariega de los Redín- Cruzat, apellidos de nuestro Júpiter Hispano, en el barrio de San Cernin. Los Redín procedían del valle de Lizoáin. Sus antepasados habían sido defensores de los reyes de Navarra, ya en la batalla de Aibar, ya en la defensa del castillo de Estella, contra las incursiones castellanas. En 1453 adquiría el señor de Redín el título y los dere- chos de barón de Bigúézal, y la jurisdicción baja y mediana con el cobro de pechas concejiles. Era un pequeño feudo de los Redín en el lado norte de la serranía de Leyre, en el Romanzado, llamado así, porque allí se habló el romance latino-navarro, el primero de España. Los Cruzat procedían de la Bretaña francesa, del noble Rotrón de Cruzat, que vino de Bretaña con el conde de Al- perche a pelear contra los árabes en el siglo XIl. Estuvieron en la Cruzada con el rey Teobaldo Il; Beltrán de Cruzat se halló en la batalla de Ourum-Hattin contra Saladino; Pedro Cruzat fue consejero de Teobaldo ll en 1225; Martín Cruzat, tutor del Príncipe de Viana en 1440. Todos ellos honraron con su nombre la historia de Navarra. Don Carlos de Redín casó con doña Isabel de Cruzat, en- troncando los dos apellidos de antigua tradición cristiana y navarra. Don Carlos había tomado parte en las campañas de Flandes y Lepanto, pagando sus armas, pajes y caballos, con lo que quedó muy mermada su hacienda. Ayudóle el rey Fe- lipe Il con cuarenta mil maravedises (18 de junio de 1588). Nueve fueron los vástagos de los Redín-Cruzat: Margarita; Juan, que fue profesor de la Universidad de Irache; Miguel Adrián, que se dedicó a las armas; Juana de Jesús María, religiosa; Martín, Gran Maestre- de Sicilia; María; Rosa, ca- sada con don Fausto de Lodosa y Navarra-Mauleón, señor de Sarría; propiedad hoy de la familia Huarte-Beaumont; Carlos, y Tiburcio, que vino al mundo en el solar pamplonés el 11 de agosto de 1597. Por sus hazañas es conocido con el sobre- nombre de «Júpiter hispano». Al mes de nacer Tiburcio moría don Carlos de Redín; su viuda, muy escasa de recursos, tenía que hacer frente a la vida, con sus nueve hijos, el mayor de los cuales contaba tan sólo trece años de edad. Doña Isabel Cruzat debió des- empeñar con firmeza su papel. No había ocasión para blan- duras y sensiblerías; los hijos salieron duros, fuertes, obe- E
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