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de Felipe IV, cada día más inclinado a su antiguo soldado. A tal extremo cobróle afición, que cuando se enteró de que había fallecido retiró el apoyo a las misiones capuchinas de Venezuela. La misión de los capuchinos se extendió por Cumaná, los Llanos de Caracas, Maracaibo, isla Trinidad y Guayana. Y el Real y Supremo Consejo de Indias reconoció que el hermano Francisco fue quien puso los cimientos de aquellas misio- nes que eran «las más bien servidas y desempeñadas». Sus contemporáneos calificarán a Redín como el «guía y primer Colón» de aquella organización misional, que construyó más de doscientas poblaciones, algunas de rápido desarrollo y brillante porvenir, como Angostura, llamada así por hallarse situada en la parte estrecha del río Orinoco, y que habién- dose fundado por los capuchinos con el nombre de Santo Tomé, es hoy Ciudad Bolívar, con más de 270.000 habitantes. Aún hizo fray Francisco otro viaje a España en busca de nuevos voluntarios de todas las provincias capuchinas, para misionar en las Islas de Barlovento y especialmente en la Isla Granada. Hallábase sin víveres y recaló en la isla, siendo socorrido por los nativos, a los que ahora quería devolver la ayuda material que le prestaron, llevándoles la civilización y la fe. Al desembarcar se encontró con que la isla, a pesar de ser española, estaba ocupada por franceses. Y fray Francisco hubo de volverse a Cumaná. Por aquel tiempo hubo religioso que se quejó del carácter enérgico de fray Francisco, pero hay que reconocer que era necesario obrar así en los comienzos de aquella dura empresa. Le acusaban de ser como el toro manso, que lleva los bravos al encierro y él se vuelve a la pradera. Así fray Francisco, después de dejarlos en tierra de misión se volvía a España. Se le llegó incluso a calumniar gravemente afirmando que el antiguo Tenorio había renovado su vida con las mujeres indias fáciles, de modo que sus idas y venidas obedecían a emos diversiones. No faltó la acusación de hacer falsos mi- agros. Nadie puede imaginar siquiera las angustias; y zozobras del antiguo señor de Redín al ver que el Consejo de Indias tomaba cartas en el asunto. Sin embargo, era tal la confianza que inspiraban sus cualidades a la mayoría de los del Con- sejo, que fue delegado para sincerarse y sincerarlos de las falsas acusaciones. ¿ Estas procedían de los comerciantes logreros y de los gobernadores poco escrupulosos, a quienes estorbaban los misioneros, de un modo especial, en la venta del aguardiente, que era la ruina de las tribus. VIAJE INCONCLUSO Fray Francisco embarcó en el puerto de Cumaná el 15 de agosto de 1651. El capitán del barco, Juan de Montano había militado a sus órdenes. Pero, hombre de valor, admiraba más a su antiguo jefe viéndole rezar y meditar sin reparar en las tormentas ni darse por aludido en medio de un temporal del trópico, entre rayos y truenos. Desde 1648 a 1651, fray Francisco había edificado templos y pueblos, contribuyendo, como se dijo antes, a la evangeli- am, AE

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