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sentimiento. Está atento a los vanguardismos porque estos se dan en nuestra época pero es enemigo de los esnovismos vacíos que, como caballos desbocados, no saben a dónde van perdidos en la inexpresividad de sus formas adulteradas y mudas. Antonio está siempre atento a los sentimientos de las personas. Los observa y capta. Su espíritu viajero, fuera de lo normal, ha sido un marco de oportunidades para conocer a gentes de todas las razas, colores, de todo tipo de categoría social; muestra tendencia por las personas sencillas aunque sin despreciar a nadie. Sus apuntes de viaje son rápidos, apasionados y densos, a la vez que detallistas. Vive sin prisas y capta la realidad a cámara lenta, con microscopio a los pequeños gestos de la vida. Tiene un carácter fuerte artificial, postizo, que sabe pedir perdón cuando molesta. Se admira de las formas de la naturaleza, de sus colores, de sus sucesiones en el tiempo. Capta las emociones más hondas del corazón de los niños y de los viejos para alegrarse en ello y luego comunicarlo en su arte sea éste escrito o presentado en dibujos, pinturas o en esculturas. Conclusión. Y pudiera seguir en mi acercamiento a Oteiza y a su obra, pero mi propósito inicial ya termina aquí. Pudiera hablar de su hermano recientemente fallecido, el escultor Jorge Oteiza, máximo innovador en la escultura vasca y española de los últimos años. Pudiera hablar por sus viajes por toda América Latina, por sus expediciones a lo largo del Orinoco. Pudiera decir que en muy conocido en muchísimas de nuestras casas tanto de América como de Europa, pero como digo no me extiendo más por no repetir y porque mi conocimiento y cultura no da para más. Quien estas palabras lea espero que le sirvan para conocer mejor a esta persona singular y a su arte distinguido. fr. Jesús-Lucas Rodríguez García. 20 Nuevo Mundo Nº 204