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382 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA Caminante, haz de tu vida un abrazo. El abrazo para la historia es la to– lerancia. La tolerancia es el fruto pacífico del amor".6 4 El "Honrado Concejo de la Mesta", vulgarmente conocido por "La Mesta", marcó las cañadas, calzadas y cordeles para el paso de ganados (ovejas sobre todo). La Mesta era sinónimo de excelente lana, de riqueza en los mercados de Flandes. La cañada de las merinas, unía las tierras del norte (frescas y jugosas, aunque frías) con los rebaños de la baja Extremadura y Andalucía Media y Oriental, a través de las tres grandes líneas de viaje. La ruta leonesa es la que viene desde el sur siguiendo, en su mayor parte, la Vía de la Plata. Por aquí han pasado a lo largo de los siglos millones de ovejas merinas y sus pastores con la carga a cuestas hasta que las nieves de las montañas de León y Sanabria les hacían regresar al sur. También este paso fue el de miles de familias que iban y venían para cuidar de esos ganados. A lo largo de este camino de vida y de trasiego (hoy difícilmente ima– ginable), nacieron muchos pueblos y mesones. 65 Unas de las bellezas de Villanueva de Campeán es, sin duda, el conven– to de Santa María de la Paz de la orden tercera regular de la penitencia franciscana, nacido entre sotos de chopos, álamos y olmos. "La paz era lo que siempre había predicado san Francisco. Su saludo de "¡paz y bien!" ha sido herencia para todos los miembros de la familia franciscana a lo largo de la historia".66 José Ramón Nieto González esboza una notable descripción artística del convento de Santa María del Soto: Sus dependencias conventuales es– tán al mediodía de la Iglesia. Así se ha hecho en los demás conventos casi siempre. La fachada se alinea con lo que debió de ser la entrada principal al cenobio. La ruinosa tapia que lo circunda no muestra belleza artística notable (aunque siempre debemos de ver este edificio con calma pues aún conserva multitud de detalles que inclinan hacia la belleza). La iglesia conventual, con planta de cruz latina, conserva sus gruesas paredes casi intactas. Lo que poco a poco se ha ido cayendó son las cu– biertas. Mi recuerdo infantil del convento guarda imágenes de varias de– pendencias que aún estaban cubiertas por los tejados; poco a poco, por abandono, se han ido desmoronando. 64. Alfonso Ramos de Castro, Caminos Jacobeos de Zamora, Zamora 2000, 8, 12 y 13. 65. Cf. Henninio Ramos Pérez, Zamora, ruta sentimemal, Zamora 2001, 397-389. El autor recopila una colección de artículos publicados en el diario "El Correo de Zamora "; éste, en concreto, hace referencia a un artículo del 20 de octubre de 1984. 66. José Ramón Nieto González, Cmálogo monumental del partido judicial de Zamora , Madrid 1982, 336-337.
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