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374 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA cisco de Valderrama: un colchón y una frazada blanca y vieja y dos sillas. En la de fray Antonio de Ledesma: dos cabezales y una manta. El pasante Sancho de Ulloa, que tal vez hiciera de secretario, tenía un arca cerrada con ciertas escrituras de la hacienda de la casa. En la sacristía había tres casullas, tres albas, seis estolas, seis manípulos, una sobrepelliz, dos cálices de estaño, otro cáliz de plata y estaño, unas vi– najeras, una delantera de altar de paño de terciopelo anaranjado para las fiestas de Nuestra Señora, una manga pequeña de la cruz, un arca viejo de pino y hasta dos libras de cera en velas. En la iglesia se encontraron con el altar mayor y otros tres altares con sus frontales y manteles, un caldero de agua bendita, tres libros de canto y una campana mediana con su maroma. En la iglesia de Villanueva de Campeán tenían otro libro de canto y una cruz de plomo y en el coro "un órgano bien maltratado". En la despensa vieron una tina que contenía una carga de harina, otras dos tinas vacías y dos tinajas una de agua y otra de vino; además había cinco "biendas", un cesto grande y dos pequeños de vendimiar, una manta vieja, un peso de hierro, una mesa de goznes con su pie. En el refectorio se encontraron con tres mesas con sus manteles, una campanilla, cinco vasos de Talavera y cuatro jarras, una docena de platos y otras escudillas. En la cocina había una caldera grande y un almirez pe– queño con plato de peltre, un caldero pequeño, dos asadores, unas "llares", una sartén, un badilejo, un cazo de hierro y ollas y platos de poca cantidad. Existía una bodeguilla en la que había cuatro cubas y cinco cargas de ces– tos de vendimiar vacíos, una "cartel/a" con uvas tintas. En el corral del con– vento había cuatro lechones grandes, tres lechones medianos y dos peque– ños. También había dos yeguas, en una de las cuales se había ido el padre ministro aquella mañana a Zamora, una potranca y dos bueyes de arada con sus yugos y aparejos, una vaca y una carreta vieja. Al ver tan pocos bienes en la sacristía, el juez un tanto desconfiado, mandó a los frailes presentes, bajo pena de excomunión mayor "late sen– tencia", que manifestaran qué plata tenía la iglesia: empeñada, vendida o escondida. Los frailes respondieron que no saben nada de esa plata ni la tienen, que hacía tres o cuatro años que la habían vendido. Con la misma perspicacia anterior, el juez mandó a los mismos frailes, bajo la misma pe– na, que declarasen si el ministro de la casa, fray Francisco Feo, se había lle– vado algunos bienes del convento: plata, oro, dineros o joyas u otra cosa, y si tenían algunos bienes de dicho convento o suyos y propios en alguna parte, que ellos sepan o sospechen, y que asimismo declaren lo que cada uno de ellos tenían en particular. Los frailes respondieron que del padre ministro, fray Francisco Feo, no sabían sino que se había llevado una ye– gua, en la que iba a Zamora. En cuanto a ellos dijeron que en Corrales les deben veinticinco reales poco más o menos de unas misas de una capilla, y el vicario o presidente dijo que tenía seis maravedís y que se le debía real

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