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372 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA nuaron con su hábito en resistencia hacia los reformadores. A la observan– cia pasó un grupo muy grande. Tuvieron que emitir nueva profesión reli– giosa en la misma. Eran admitidos a dicha profesión de inmediato, sin re– quisitos especiales, ni noviciado. En Andalucía pasaron 130 religiosos a la observancia pero con tan escasa convicción que, al variar luego la situa– ción, volvieron enseguida a la tercera orden regular. Algunos religiosos no vinieron a reducirse, sino que anduvieron vagando por España o se fueron al extranjero, ocupándose en los trabajos seculares. Fueron calificados de apóstatas y la fuerza del derecho y de la ley debía recaer sobre ellos sin contemplaciones. Varios se fueron a Roma. Otro grupo siguió como pudo, fuera de la ley, con su hábito religioso de siempre. No se ha estudiado demasiado el tema, a pesar de tener nombres de es– tos frailes: Domingo de Porto, Juan Bautista Cantón, Miguel Gordiello, Gaspar de Burguillos. El ministro de la tercera orden regular de Santa María de Soto, fray Francisco Feo, fue encarcelado por defender a las monjas de la tercera or– den regular de Zamora. Lo mismo le sucedió al rector del colegio de san Luis de Salamanca, que como sabemos pertenecía a la misma tercera or– den regular. 46 En el convento de Villanueva, aquel señalado día 16 de septiembre, no había teóricamente más que cinco frailes. Por las estadísticas hemos visto que si era abultado el número de conventos no lo era así en proporción el número de sus frailes. Allí estaban destinados: fray Francisco Feo, ministro de la casa, que aquella misma mañana se había ido a Zamora para arreglar ciertos negocios, fray Pedro de Morales, presidente de la casa por ausencia del ministro (como el vicario local) , fray Francisco de Valderrama, ambos frailes profesos y sacerdotes, fray Antonio de Ledesma, fraile profeso, y Pedro de Lorenzo, novicio lego. Además de estos cuatro frailes, en el con– vento estaban Sancho de Ulloa, persona acogida allí temporalmente, pa– sante 47 , y un mozo, tal vez criado del convento. El canónigo Acero, juez delegado (tanto obispos como delegados no querían meterse en estos líos), les mandó reunir en capítulo, y lo hicieron en la iglesia del convento. Se comenzó por entregarles y leerles la carta del rey que decía lo siguiente: 4 8 46. Cf. Tarsicio de Azcona, "La tercera orden regular de san Francisco...", 357-359 (apén– dice 8). 47. Los pasantes eran frailes jóvenes en formación, que tras su periodo de estudios filo– sófico-teológicos, antes de entrar de lleno en los apostolados, pasaban un tiempo previo de ex– perimentación en un convento concreto. 48. Como vengo haciendo, para homogeneizar, en el resto del estudio, escribo las frases y palabras con las características de la ortografía actual.

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