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364 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA El cardenal español Pedro de Luna nace en 1328 y muere en 1423. Pedro de Luna, de familia noble aragonesa, nació en Illueca (Zaragoza) y mue– re en Peñíscola el 29 de noviembre de 1422. Benedicto XIII fue un hom– bre de leyes, fiel a su conciencia. Antepuso su derecho al papado frente al bien de la Iglesia. El Concilio de Constanza de 1417 lo depuso, pero él con– tinuó en Peñíscola sin renunciar al papado, convencido de la bondad de su causa. Fue elegido papa en 1394 por los cardenales franceses. No podemos confundirlo con el papa romano Pedro Francisco Orsini, natural de Nápo– les, que nace en 1649 y siendo fraile dominico en Venecia pasará a serpa– pa desde 1724 hasta 1730. Uno de los motivos por los cuales los religiosos de la Edad Media que– rían tener la aprobación canónica por parte de la Iglesia, era para que no los confundieran con herejes. Entre los franciscanos de la tercera orden y las beguinas y begardos ha habido confusiones. Las beguinas eran aso– ciaciones de mujeres piadosas, vírgenes o viudas, que en los siglos XII y XIII vivían en un estado intermedio entre la vida religiosa y la vida del mundo. No pronunciaban votos religiosos pero los practicaban con su existencia recogida. Vivían en beguinajes, cerca de hospitales o leproserías. Llegó a haber santas entre ellas. Pero en los siglos xrv y xv, la palabra designa aso– ciaciones heréticas que admitían la identidad del espíritu humano con Dios mismo. Se denomina begardismo a movimientos heréticos diversos, poco co– nocidos que se extendieron ente los siglos xm y xrv en Europa occidental. En el sur se trataba esencialmente de un movimiento de exaltados que se remitían a san Francisco de Asís, y que en nombre de una estricta pobreza se rebelaron contra la Iglesia. Fueron condenados en el Concilio de Vien– ne de 1311. Eran místicos y visionarios y enseñaban, bajo la influencia del famoso abad benedictino Joaquín de Fiore, que la Iglesia romana era car– nal y estaba llena de pecados y que por eso había cedido su puesto a la Iglesia del Espíritu Santo. Solían llevar un hábito de lana no teñido de ma– tices grisáceos. 37 La Inquisición los reprimió y desaparecieron. Hubo tam– bién begardos ortodoxos, fieles a la Iglesia de Roma, que se dedicaban al cuidado de los enfermos, dementes y apestados. Eran laicos y solían habi– tar frecuentemente en conventos en los que existían dos comunidades es– trictamente separadas: La de los hermanos y la de las hermanas. El convento de Villanueva tuvo, sin duda, no el origen en los begardos sino en una comunidad antigua de terciarios seglares franciscanos (que 37. El hábito antiguo de la tercera orden regular parece que era de color gris oscuro. Cfr. Lino Temperini, "L'abito del terzo ordine regolare di san Francesco d' Assisi" en Analecta TOR, 161 (2001) 7-87. Entre las páginas 50 y 80, aparecen dibujos, litografías, fotografías so– bre la historia que ha tenido el hábito de los terciarios regulares a lo largo de los siglos.

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