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EL CO'.'IVENTO FRANCISCANO DE SANTA MARÍA DE LA PAZ 265 asociaciones heréticas que admitían la identidad del espíritu humano con Dios mismo. Se denomina begardismo a movimientos heréticos diversos, poco conocidos que se extendieron ente los siglos XIII y XIV en Europa occidental. En el sur se trataba esencialmente de un movimiento de exaltados que se remitían a san Francisco de Asís, y que en nombre de una estricta pobreza se rebelaron contra la Iglesia. Fueron condenados en el Concilio de Vienne de 1311. Eran místicos y visionarios y enseñaban, bajo la influencia del famoso abad benedictino Joaquín de Fiore, que la Iglesia romana era camal y estaba llena de pecados y que por eso había cedido su puesto a la Iglesia del Espíritu Santo. Solían llevar un hábito de lana no teñido de matices grisáceos. La inquisición los reprimió y desaparecieron. Hubo también begardos ortodoxos, fieles a la Iglesia de Roma, que se dedicaban al cuidado de los enfermos, dementes y apestados. Eran laicos y solían habitar frecuentemente en conventos en los que existían dos comuidades estrictamente separadas: La de los hermanos y la de las hermanas. El convento de Villanueva tuvo, sin duda, no el origen en los begardos sino en una comunidad antigua de terciarios seglares franciscanos (que iban apareciendo por donde los franciscanos de la primera orden predicaban) y que en su día pidieron a los frailes de la tercera orden regular que se hicieran cargo de su ermita. Hubo terciarios seglares con el carisma eremítico penitencial. 7. Espiritualidad de los seglares en la Edad Media. Como estamos comprobando, el tema que intentamos aclarar necesita constantemente de ilustraciones ambientales. El mundo medieval era, además de complejo, muy diferente al mundo de nuestros días. La espiritualidad de los seglares ha tenido unos matices constantes a lo largo de los siglos y otras característi cas propias de cada época. Se ha dado la vivencia de una fe popular sencilla y se ha conocido la experiencia de grupos de cristianos, con una mínima organización, ligados a ermitas, iglesias o monasterios. Mucho seglares vivieron a lo largo de los siglos en el «ordo» o «status poenitentíum», sumisos a la vigilancia del obispo, o del abad de una comuni– dad monástica o de los párrocos del lugar. Fue éste estadio intermedio entre los simples fieles y el estado clerical.

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