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254 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA mediante una bula de Nicolás V. Con este documento se quiere unificar las comunidades de frailes de la tercera orden regular extendidas por Italia en una congregación con sus capítulos generales y sus ministro general. En L449, ante la reaccion de las mismas agrupaciones que ven amenazada su autonomía, el mismo papa anula la bula. Cada una de las comunidades se ligaba a algunos objetivos concretos, aquellos que estuvieran marcados por el fin de la fundación. Un convento se dedicaba, por ejemplo, a la asistencia de los enfermos; otro a acoger a los peregrinos; otro a llevar una vida retirada de oración. Lo que nunca se olvidaba era el carácter penitencial de la orden regular. Tanto en la sección masculina como en la femenina el carisma fundamental será el de eremitismo y el de servicio caritativo. En L521 el papa León X promulgaba una regla común para las comuni– dades de hombres y mujeres. Sabemos que anteriormente cada convento se regía por unos estatutos apropiados, singulares. aunque siempre de acuerdo con la identidad de la congregación. El nombre oficial de los franciscanos de la tercera orden será desde antiguo el de «tercera orden de san Francisco de la penitencia». El nombre no oficial, el popular, será el de «terceros». A las religiosas se las llamaba «terceras». Más molesto era el nombre que se le daba de «tercerones». Respecto a la clausura había flexibilidad de unos conventos a otros. Si en una fundación se hacía voto de clausura, se observaba rigurosamente. En las demás casas también era esta clausura bien acogida a condición de que no sufrieran menoscabo las obras externas de hospitalidad y de asistencia a los enfennos sostenida por la fraternidad. Hemos de recordar que durante siglos, las obras .de caridad estuvieron servidas por I& Iglesia. No había otros modos de asistencia. Uno de los puntos de conflicto qué más veces se dio fue el de la sujeción en que quedaban los superiores de cada casa respecto a los ministros provinciales de la primera orden. La tercera orden regular de san Francisco siempre luchó por su independencia, por el vivir un carisma propio. En 1547 la congregación de regulares de España, logran del papa Pablo III la promulgación de tres reglas diferentes para los miembros de la tercera orden: una para los frailes , otra para las monjas y otra para los seglares. A imitación de los españoles, que siempre buscaban independencia, los terciarios regula– res de Italia obtienen en 1549 unas constituciones propias e independencia. con superiores provinciales y generales propios. Sin embargo, en 1568 san Pío V los vuelve a someter a frailes de la primera orden: a los frailes de la observancia. Bajo Sixto V, en 1586, recupe-

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