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EL P. JOSÉ ANTONIO DE DONOSTIA (1886-1986) buenos compositores de su tiempo, especialmente en Falla y algo también en el P. Donostia. También estuvo en Barcelona en 1929 con motivo de la conferencia, admirablemente documentada, que pronunció en la Universidad Central sobre El humorismo en la música pura el 25 de abril de dicho año. Durante estas estancias en Barcelona conoció las obras de grandes poetas catalanes como Jacinto Verdaguer, a los barceloneses Juan Maragall, José M. a Guarch, Apeles Mestres y al mallorquín Lorenzo Riber entre otros. En su artículo Maragall o el poeta de la palabra viva (t. III, 46) da a entender que conocía muy bien la extensa producción de Maragall, el cual según el P. Donostia «Es un regalo divino el que la providencia hace a una nación, a una raza, dotándoles de inteligencias, de corazones que sean como una síntesis de sus cualidades más excelsas, más características. Dios bendijo a Cataluña, dándole, entre otros a un poeta, a un político y a un obispo, que mejor que nadie representan la Cataluña renacentista de fines del siglo pasado, y de principios del actual. Un obispo, el doctor Torras y Bages... un político, Prat de la Riba, que fue el forjador definitivo del alma política catalana y un poeta, Juan Maragall, de quien hablaremos brevemente». Hasta aquí el P. Donostia. En este artículo muestra que conoce bien a Maragal y tras algunas citas y observaciones termina el artículo diciendo: «Lector amigo... hazte con algu- no de los volúmenes que he citado y léelo a la sombra de un castaño verde, léelo y medita y verás que Maragal será uno de tus amigos, uno de esos con los que no se rompen las relaciones nunca. Uno de esos a los que se les visita con alguna frecuencia, porque su trato es no sólo agradable, sino también provechoso». Escribía estas palabras en 1934. Su entusiasmo por Maragall se explica, aparte de sus méritos literarios, por su espíritu nacionalista dentro de la pluridad ibérica. Maragall aconsejó a Miguel de Unamuno que fundase una Revista Ibérica que recogiera trabajos escritos en las cuatro lenguas hispáni- cas, castellano, catalán, vasco y portugués. (Cf. M. Querol, La Escuela Estéti- ca Catalana Contemporánea, Madrid 1953, págs. 216-221). Al P. Donostia le gustaba mucho Barcelona y se sentía muy a gusto en ella. Léanse entre otros artículos las Postales barcelonesas (t. III, 58) escritas con motivo del Congreso Internacional de Musicología y de Música Con- temporánea en el cual tomó parte, invitado por su organizador H. Anglés, leyendo una comunicación sobre Joannes de Anchieta. Son doce postales literarias, escritas a vuela pluma, en las que día por día cuenta las actividades del Congreso. En la II hace un esbozo de la personalidad de H. Anglés. Su entusiasmo por el Congreso y la ciudad de Barcelona es tal que a raíz de una recepción en casa de los señores de Roviralta y tras un concierto en que se ejecutó un quinteto del P. Soler y canciones de Granados y Vives «cantadas por Conchita Badía con un gusto sin igual», exclama: «¡Qué recepción más delicada, más discreta y más espléndida! Se diría que estábamos en París». Mejor elogio ya no lo podía hacer, dado que él vivió tan a gusto en París. También escribió el artículo «In foraminibus petrae» en que elogia la vida litúrgica del Monasterio de Montserrat cuyos oficios en la iglesia producen los mismos sentimientos de paz y devoción igual que los de Solesmes. Pues bien, en esta ciudad donde tan a gusto se encontraba volvió diez años más tarde para hacer una estancia que duró nueve años. En otoño de 1953 es creado el Instituto Español de Musicología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que empezó a funcionar en enero de 1944. En este mismo mes, H. Anglés, Fundador y Director del Instituto, propone a las [23] 687

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