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MIGUEL QUERQL GAVALDÁ se canta, que en principio es un defecto a evitar, es aquí una necesidad funcional por cuanto su finalidad es ayudar a cantar al pueblo o a la Schola. La música de iglesia es siempre funcional. Como modelo pueden examinar el Virgo Dei Genitrix (Tomo I, n.° 4). En el n.° 11 «Virgo Dei Genitrix» nos da cuatro versiones polifónicas distintas sobre la melodía gregoriana del n.° 4. Las tres primeras versiones son de estilo polifónico medieval. La cuarta el mismo compositor la titula Coral y va enmarcada en compás de compasillo. En el 12, «Sancta et immaculata» después de los tres primeros compases en polifonía clásica, de una manera tan suave como inesperada, empieza un desarrollo enzarzado en multiplicidad de modulaciones súbitas y continua- das. Es un ejemplo de la aventura que supone escribir una composición. Empieza con tres pasos de camino conocido, adentrándose luego en una enmarañada selva donde sólo el sentido del compositor es su único guía. El n.° 14 incluye 8 Responsorios de Navidad, imitando los fabordones o recita- dos de la polifonía clásica. El hecho de que sean para cuatro voces blancas indica que las escribió para una escolanía, o quiso dar la impresión de cantos angélicos al ser cantados por 4 v. de niños. Los números 15-32 son melodías religiosas populares vascas. Permítanme que les diga que causaron un profundo impacto en mi sensibilidad. Son unas canciones tan bellas, tan religiosas en su texto y música, tan bien construidas y cortadas, que teniendo en cuenta que en muchas de ellas he podido obser- var los mismos rasgos y características compositivas en su estructura, he llegado a pensar que muchas de ellas las escribiría tal vez un mismo composi- tor, un músico que llevaba al pueblo en su alma. Tengan presente que una canción popular no nace en la sociedad como una seta en el bosque: ha habido siempre una persona que la ha creado, una persona que tenía el alma del pueblo, por lo que éste la reconoció y aceptó como suya. Un pueblo que tiene canciones populares como el pueblo vasco forzosamente será indestruc- tible, mientras éstas se canten. Y aquí podría repetir las palabras del Dr. Torras y Bages, obispo de Vic, a quien tanto admiraba el P. Donostia: «Cata- luña será cristiana o no será». Lo mismo digo después de conocer las cancio- nes religiosas vascas: «Vasconia será cristiana o no será». Y ante esta conside- ración surge con toda su sublimidad la vida, la figura y las obras del P. Donostia, músico vasco cristiano, trabajando y cantando siempre por y para su país. A todos los que me escucháis os digo: ciudadanos de Vasconia, conservad celosamente este patrimonio de las canciones populares y religio- sas, porque no tienen parangón con el repertorio folklórico de ninguna otra región de España. Por ello hubo tantos músicos extranjeros que se interesa- ron por la canción vasca, como puede verse leyendo los artículos del P. Donostia. Hacedlas, pues, cantar a los niños en la escuela y a los fieles en la iglesia. Los dos méritos principales del P. Donostia son la acertada selección que hizo de entre muchos centenares de canciones, y su acompañamiento, aquí mucho más rico que en el canto gregoriano, pero con el espíritu modal de éste. Y a mi juicio, el acompañamiento de estas canciones vascas religiosas, pueden tocarse en armonio o en piano sin menoscabo de su belleza, cosa no factible con el acompañamiento del gregoriano. Sus ideas sobre el acompaña- miento de la canción popular están expresadas en el artículo I, 46 donde dice 676 [12]

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