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EL P. JOSÉ ANTONIO DE DONOSTIA (1886-1986) III. EL P. DONOSTIA, COMPOSITOR La producción musical del P. Donostia ha sido publicada en doce bellos tomos por el P. Jorge de Riezu, quien, además de haber sabido agrupar con objetiva y racional metodología los materiales contenidos en cada uno de los tomos, los ha dotado a todos de un Prólogo luminoso y de unos Apéndices bibliográficos y Observaciones que facilitan la tarea del estudioso e investiga- dor. Así, pues, intentaré ahora dar una idea de las composiciones contenidas en cada volumen, resaltando al mismo tiempo los méritos del compositor. Tomo I. Navidad Este tomo comprende todo el ciclo navideño, es decir, desde el Adviento hasta Reyes, siendo su contenido muy variado en cuanto a temas y estilos. Contiene melodías gregorianas, canciones populares religiosas vascas, melo- días de otras regiones españonas, melodías de su propia creación y obras polifónicas propias. Los números 1-10 son melodías gregorianas con acompañamiento para órgano o armonio. Acompañar el canto gregoriano ha sido siempre una empresa comprometida y dio en su tiempo lugar a fuertes polémicas entre los gregorianistas. A mí personalmente solo me han satisfecho los acompaña- mientos de mi maestro de armonía, el P. Ildefonso Pinell, organista primero del monasterio benedictino de Montserrat, las del padre escolapio Miguel Altisent, epígono de Dom Gregorio Señol y apóstol del gregoriano en Cata- luña, y las de P. Donostia. Los acompañamientos del P. Pinel son difíciles de explicar, máxime cuando por un insuperable sentimiento de timidez y de responsabilidad, nunca quiso escribir nada. Hasta el Invitatorio de Navidad del P. Casanovas (s. XVIII) que cantaba todos los años la capilla del monaste- rio en los Maitines de Navidad, prefirió siempre improvisar cada año sobre el bajo cifrado, en el mismo momento de la ejecución, antes que escribir su realización. Cuando acompañaba el gregoriano, con ayuda de los registros y pedal del órgano creaba un clima armónico moderno y místico a la vez, al estilo de Ch. Tournemire, dentro del cual transcurría la melodía gregoriana como un arroyuelo en la naturaleza libre. El P. Altisent hacía unos acompa- ñamientos dignos y buenos, en cuanto se mantenía dentro del ambiente modal gregoriano, pero como no era compositor, adolecían, para mi gusto como músico, de cierta falta de interés, resultando un poco pobres. Los acompañamientos del P. Donostia, gregorianista y compositor, tienen el mé- rito de sostener la melodía con un acompañamiento modal ejemplar, pero, como quien no hace nada, muy quedamente, hace un acompañamiento varia- do, hace disonancias continuas que el oído las siente suavísimas, escribe con frecuencia dos séptimas paralelas que suenan tan bien que el que escucha ni se da cuenta; abunda en notas saltadas y apoyaturas; cambia siempre de acorde cuando los giros melódicos revolotean alrededor de una nota principal sobre la que se apoyan, anticipa la nota fundamental del bajo en muchas cadencias finales, etc. En una palabra, su acompañamiento, como tiene vida (como la tenía su autor) siempre se mueve, pero con pasos discretos, para que destaque la melodía gregoriana. Esta, al mismo tiempo que se canta, es tocada también por el órgano. El procedimiento de repetir con el instrumento la melodía que [11] 675

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