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1776 LAS OBRAS IMPRESAS DEL c) Además de los testimonios que acabamos de aducir, existen todavía algunos , indicios que vienen a corroborar nuestra hipótesis sobre la autenticidad de los Afectos. El hecho de que el padre Serafín de Castro en la edición de Córdoba de 1824 corrigiera el texto de la décima número 7, leyendo «veinte años de ofenderte» en vez de «cincuenta», como leen las ediciones más antiguas, favorece ~uestra hipótesis; porque o bien lo hizo por haberlo visto así en el original, o bien por un afán historicista de concordar cronológicamente el texto con la vida de fray Diego; y en ambos casos es evidente que el padre Castro reconoce como auténticos estos Afectos. A la misma conclusión llegamos si analizamos el contenido y la forma, el senti, miento y la expresión, el estilo de la obrita. La versificación siempre correcta, la ex, presión del pensamiento algo difusa, que casi delata cierta tendencia al prosaísmo; los sentimientos de humildad profunda, que no -son obstáculo para que en el fondo se advierta un co~azón lleno de amor de Dios que vive en la plenitud de una firme con, fianza en El; todo, en· una palabra, viene a coincidir con el estilo, forma y fondo que advertimos en otras composicioni;.s poéticas de fray Diego. Observemos, finalmente, que la difusión alcanzada por los Afectos en las siete ediciones, por lo menos, que se hicieron en vida del santo misionero excluyen nece, sariamente la suposición de no haber llegado a conocimiento suyo la existencia de los mismos. Ahora bien, habiéndose mostrado él siempre tán intransigente y enérgico en rechazar cuantos escritos apócrifos suyos llegó a conocer, como sucedió con la Canción de Mambrú (núm. 233), el Manual de oraciones devotas del padre Pinamon– ti (núm. 242), el Trisagio Se'l'áfico (núm. 232), etc., y esto aun cuando su nombre no figuraba en algunas portadas como autor, sino solamente como recomendador de la obrita, ¿ cómo es que en su vasta correspondencia no hay siquiera alguna señal de protesta, alguna alusión que desvirtúe la autenticidad de esta obrita, en cuya portada aparece por primera vez en público su nombre? Es que, conforme él escribía en cierta ocasión al padre Eusebio ·de Sevilla: «¿Cómo he de condescender con una mentira? Esos libritos, es evidente que jamás los he recomendado, y los que lean ese letrero no pueden pensar, otra cosa» (CES 5). Y por eso, por no mentir, porque en este caso no podía protestar --que sería protestar contra la verdad-, no se opuso a que su \ nombre siguiera figurando al frente de las tan repetidas ediciones de los Afectos. En conclusión: las múltiples razones que abogan en pro de la genuinidad de esta obrita, parécennos de bastante peso y nos producen la certeza moral de que ella es original de fray Diego José de Cádiz. 5. Réstanos aun hacer un~ observación. Y es que las ediciones hechas en vida del santo misionero capuchino aparecen principalmente en Cataluña (núms. 1, 14, 225 y 226), mientras sólo conocemos la existencia de dos ediciones andaluzas (núms. 227 y 228) y otra de lugar desconocido (núm. 229). La primera de todas es, sin duda alguna, la presente, del año 1776, impresa en Barcelona, en cuya portada o enca, bezamiento aparecen precisamente trastrocados los nombres del Beato. ¿Cómo explicar estas anomalías siendo auténtica la obrita? Creemos sinceramente que, como sucedió con otras obras de má~ envergadura que un sencillo librito de versos, no fué fray Diego quien personalmente se preocupó de la edición. Seguramente que no escribió esos versos con ánimo de darlos a la prensa; y el haberse publicado no fué debido a su acción directa y personal. No olvidemos que buena parte de sus composiciones poéticas se salvaron del olvido, gracias a las -10-

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