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INTROD,UCCIÓN ¿ Y qu~én podría asegurarnos que en estas bibliotecas privadas• no se con– servan ejemplares de las obras de fray Diego hoy considera9os como raros, únicos o perdidos? · Una aclaración respecto del origen de nuestras fich~s. Ccin el fin de dejar constancia de la colaboración recibida y de nuestro sin.cero agrade, t cimiento, indicamos en las anotaciones la procedencia ·de toda ficha relativa a un ejemplar no .examinado por nosotros mismos, ya perten~zca éste a ·una biblioteca pública, ya a una particular. Por consiguiente, cuando .en las .. anotaciones no decimos ·de dónde hemos tomado la ficha o quién nos ha proporcionado los datos, debe entenderse que el ejemplar catalogado lo hemos examinado nosotros personalmente en la biblioteca que citamos al final de dichas anotaciones. En cuanto a los facsímiles _que reproducimos, debemos observar que sus dimensiones no corresponden siempre a las del original, pues a veces se han reducido y otras, en cambio, se han ampliado. No anotamos al pie de cada clisé cuál es su grado de ampliación o de reducción, porque fácilmente lo comprobará el lector por las medidas del original que damos en la des, cripción bibliográfica del misnio. Tal es. el método que hemos seguido en la .preparación de la presente Reseña bibliográfica. Algunas fichas quedan incompletas, ora por transcribir la portada sin indicar la separación ·de líneas, ora por describir el\ tamaño con la sola indi'tación de 4.", 8.º, etc.' Pero ya hemos apuntado las causas: por una pa,rte, nos hemos tenido que servir para algunas fichas de las notas· tomadas con ocasión de la Exposición que organizó el INLE, cuando no pensábamos aún en la redacción crítica de esta. ob~a, y, por otra parte, no nos· es posible demorar más su impresión . por diverso~ motivos.· Estas circunstancias nos il!-stifican -así lo creemos- ante los ·técnicos más ex1, gentes, a quienes, por lo demás, suministramos los datos suficientes para ·que ellos, con su buen sentido y con su técnica, suplan los defectos que nos– otros,. p~r las circunstancias antedichas, no hemos podido eliminar. total, mente. Y ya que hablamos de defectos de nuestra obra, no estará de más re– producir aquí las palabras de un ilustre bibliófilo: «La utilidad de los tl,'abajos bibliográficos la reconocen casi todos; pero las fatigas que cues, tan, sólo las saben las personas estudiosas y los que se dedican a investiga– ciones históricas y literarias. As¡ es que no es de extrañar que algunos ignorantes desprecien este género de libros, como si 1 fuera posible levantar un edificio sin andamios y construirl::i sin ·.materiales)) (J. M. VALDENEBRO. XLIX

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