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INTRODUc·c1ÓN ----~------- cia frases como las que transcribimos,· prescindiendo de fechas: «Las tareas de papeles se aumentan cada· día. En éstos van entr.ando lo que ocurren de. nuevo con atraso de los ·antiguos, sin poder yo excusarlo. No alcanza él tiempo para tanto» (CA 441).-(<Estoy bastantemente ·atareado de día y de noche con papeles de cuidado)) (CES 153).-«Sigo mi tarea de pluma, que cada vez _se ·presenta más interminable con lo que ocurre de nuevo)) (CA 468). Su salud no es fµerte. Le tien.en mandado los .médicos que tome baños especiales. El procura' obedecer, y tomarlos;. pero «no los he proseguido -es– cribe--, abrumado del cuidado .del sermón [el de los Infantes gemelQs que entonces estaba redactando] y las cai:taS)) (CES 41). Y aunque a veces con– fiesa llana~ente que «la cabeza se queja algo más por la ·. tarea de escribir, que es algo fuerte)l (CES 60); o que pasa «frecuentes o casi continuos in• cendios de cabeza de resultas de la incesante tarea de escribir, que aumenta de día en día;) (CA 475); él no dejará, de manejar la. pluma horas y más horas, hasta que el padre Alcover le ordene que reduzca a sólo ,dos diarias las destinadas a es~ribir para la prensa (CA 489); pues fray Diego sabe muy bien que dos son lo!i ministerios en que Dios lo ha colocado: predi~ar y escribir (CA 539). · 1 Por la falta de bibliotecas bien abastecidas rehu,ía, si le era posible ha, cerlo sin contravenir a los deseos de los superiores, vivir en conventos pe• queños qesprovistos de ellas. Esta carencia de libros la notaba. en Casares, de cuya biblioteca nos da en sUs cartas un resumen poco consblador (CA 241). I~ualmente, refiriéndose a los conventos de Marchena y del Castillo de Locubín; entre los motivos que tiene para no solicitar de sus superiores que le, destinen a ellos, como qüería el padre Alcover,' el primero es «la ninguna proporción de libros para las obras que tengo entre manos, unas dimidiadas. otras principiadas y muchas en bosquejos)) (CA 460). En c·ambio, por su p~rte preferiría el convento. de Sevilla, «porque tiene· una g~n y ex- celente librería))· (ibid.). · En Ronda, donde escribió, la mayor parte de sus obras, no echaba tanto de menos esa falta de libros, porque él h·abía logrado· reunir una pequeña bibliot~ca particular con los más indispensables. Además, visitaba . en sus viajes las bibliotecas de nuestros divers~s conventos. de Andalucía, así como las de los conventos· de otras Ordenes; y no pocas veces consiguió que re– ligiosos amigos le enviasen a Ronda las obras que. necesitaba. En CI 1_71 tenemos la iista de los libros que a su muerte se encontraron en la habita• ción que él ocupaba en Ronda. Y en una carta al padre Alcover, ·escrita en 1785, indica someramente cuále.s ~ran las p;incipales fuentes que utilizaba., para preparar los sermones destinados a la publicación: .«Me enca~ga us~ed XXXIX

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