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INTRODUCCIÓN <! cuántas composiciones poéticas de éste no habrán perecido por la incuria. de los tiempos y por el positivo interés de su autor en no darles publicidad? N1 lo sabemos ni estamos en la posibilidad de saberlo. El padre UBRk QUE, Vida del Beato, tomo II, páginas 92,126, dedica un capítulo a presentar al beato Diego como poeta. En el aspecto crítico, él se contentó con los es, casos datos bibliográficos de que disponía. Nosotros hemos procurado dar nuestro parecer en las anotaciones a cada obrita o composición poética de las citadas. Sin embargo, es tanto lo que queda por hacer en este terreno y son tan escasos los medios, que también nosotros renunciamos al estudio de la _obra poética de &ay Diego. Tan sólo añadiremos estas doi observacio~ nes respecto de dos obritas en verso, ya registradas en nuestro Catálogo: 1) El «Dies irae>> en décimas glosadas (incluído al final de la obra re,– señada (en el número 23), si nos atenemos al examen i~temo de la compo, sición, creemos que es auténtico, y suscribimos la observación' que acerca. de él hace el padre UBRIQUE (l. c., página 99). 2) Respecto de El Miserere en décimas castellanas (número 97), hemos. de añadir un dato más, aunque de carácter puramente negativo, a lo que ·dejamos, dicho en la anotación al citado nú'mero 97. Según nos· comunica nuestro estimado hermano en Reli~ión\ padre Juan Bta. de. Mogliano, en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires se conservan numerosos escritos, unos impresos y otros inéditos, del excelentísimo señor don Manuel· de Azamor y Ramírez, obispo que fué · de, aquella ciudad; y al que cuatro ediciones atribuyen este Miserere en verso (contra las quince más tardías que se lo, adjudican al Beato). Mas, en la larga lista que nos envía de esos escritos, no• aparece el Miserere ni ninguna otra composición poética, a pesar de conser, varse allí, según parece, todo.s los papeles que dejó a su muerte dicho señor Obispo. ¿No podría servir este dato para confirmar la conjetura de que nuestro beato Diego sea el verdadero autor del Miserere en décimas castella~ nas, y no el señor Azamor? 6.-0bras apócrifas La fama de varón apostólíco y de santo que muy pronto se conquistó fray Diego, fué causa de que impresores desaprensivos, con afanes de lucro, lanzaran al público devocionarios y libritos de meditaciones· que ·atribuían al Beato o que por lo menos se decían recomendados por él--y así lo hacían constar en la ·portada-, seguros de que, al amparo de su nombre, la obri.ta había de tener más aceptación por parte del público. Además, una nube de romances de ciegos, contando milagros del misionero capuchino, verdaderos XXXIV

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