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INTRODUCCIÓN obli:gaciones morales que de aquí se derivan. Dice así fray Diego. al padre Alcover: «Don Vicente Valcárcel, -canónigo de la santa Iglesia de Palencia y autor de la grande obra de los Desengaiíos Filosóficos, me insta ~a que le ·d1ga a-lgunas materias sobre que será conveniente escriba y dé a luz algunos discursos en la continuaci6n de su obra, creído en que, con· el · ejercicio de las misiones, habré conocido los males del pueblo cristi_ano en orden al confusÓ laberinto del libre modo de pensar y de opinar en el presente siglo. .. Yo he pensado proponerle éstos: l) Sobre la necesidad de todo ra, cional en vivir según el fin para que fué criad_o, ocupándose .para ello en actos sobrenaturales, según aquello : Deum time et mandata ejus custodi: hoc est omnis homo, que muchos hombres sabios me consta enseñan en sus cátedras explicando en la Filosofía la ·definición del hombre; y que en este discurso se contrajese a rebatir la infernal máxima, que se ha hecho demasiadamente vulgar en muchos de la tropa ,Y en otros que se aficionaban a doctrinas extranjeras, de que todo hombre debe vivir a su libertad y no pensar en otra cosa hasta los cuarenta años. 2) Sobre la inseparable conexión de la piedad con la racionalidad del hombre, para que sus. pensamie~tos, escritos y opera<;iones sean conformes a la verdadera Filosofía o recta razón, con que el hombre debe en todo producirse. 3) Sobre la innata obligación · del hombre a observar, amar y respetar las leyes, así en orden a la eterna de su Criador, como a todas las demás que de ésta se derivan y con ella están precisamente• enla~adas~ como la positiva, evangélica, eclesiástica, civil, etcétera. Esto es lo· que he pensado, pero estaré a lof que usted me diga)> (CA 269-271.) Aquí nos detenemos, porque no es posible seguir paso a paso el pensa, miento de fray Diego, reflejado perfectamente en sus numer~sas obras. en torno al problema religioso, nacional, políticó y social, planteado por la (cllus, tracióm. .No pretendemos afirmar que su doctrina_ teológica es o_riginal y ' propia de un genio, ni siquiera que sobrepas,1, los conocimientos que cual– quiera de sus contemporáneos podía adquirir con el estudio asidu~ de los grandes _maestros escolásticos y ele la teología positiva. Pero sí hemos de reconocer que, mientras tantos intelectuales ,de su época; civiles y eclesiás, ticos, políticos y jerarcas de' la patria y de la Iglesia, se perdieron en aquel <cconfuso laberinto del libre modo de pensar y de opinar en el presente , siglm), como dice fray Diego ·{CA 269), él supo orientarse· por ·aquel la, berinto, mantener firme la verdadera doctrina y defenderla con intrepidez mediante su palabra fecunda y sus numerosos escritos. Y la razón de· ello es porque iogró enriquecerse con un ingente acervo doctrinal que pocos con, temporáneos suyos llegaron a alcanzar; supo enfocar las nuevas cuestiones XXIX

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