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_1817 LAS OBRAS IMPRESAS DEL Nuestra posición se funda en los siguientes datos: 1) Pocas semanas después de haber predicado fray Diego este sermón en Ecija, eE.scribe desde Vélez, el 9 de Junio de 1786, a su director espiritual: «Habiendo pre, dicado en Ecija un sermón de colocación de una imagen de nuestra Divina Pastora, me han pedido el sermón para imprimirlo; y habiéndome excusado, me estrechó el .Superior a ·que le formase el esqueleto y se lo remitiese para que él lo extendiese. Así lo he hecho, en la confianza de que es de un talento muy sobresaliente y raro, , y de que es condiscípulo en los estudios de la Religión» (CA 143). Este condiscípulo. -de fray Diego era el padre Buenaventura de Cádiz. En este párrafo de la correspondencia de nuestro Beato, es donde se encuentra .explicado el verdadero origen de la obrita. Fray Diego redacta por sí mismo un extenso ~squema del sermón conforme lo había predicado desde el púlpito y lo remite a su condiscípulo. Desde entonces, confiando en el «talento muy sobresalient, y raro» de -éste, se despreocupa definitivamente de la redacción y sólo abriga la e~peranza vaga -de que le envíen la obra ya redactada, · para revisarla él antes que salga a la luz pública. Un mes más tarde, nuestro misionero repite idéntico deseo de revisar la obra, ahora por encargo de su director espiritual (CA 147). Desde esta fecha no encontramos ,en sus cartas referencia alguna acerca de este sermón, cuyo esqueleto quedó en manos del padre Buenaventura de Cádiz. Que el sermón impreso es algo más que un simple esqueleto, pero siemp~e incompleto, es evidente. Por cons(guiente, sólo cabe decir que ,el padre Buenaventura, quizá p:tsados los primeros entusiasmos o por lo que qmera que fuese, no perfeccionó del todo la obra cuyo esquema con tanto interés pidiera al santo misionero, y ésta se quedó sin publicar en vida de fray Diego y sin ser revisada por ,éi. El padre Buenaventura murió a fines de 1800, unos meses antes que nuestro santo apóstol (24 de marzo de 18o1). Los primitivos apuntes de fray Diego y las ampliaciones del padre Buenaventura, que quedaron incompletas, fueron a parar, con los años, a manos del padre Joaquín de Cazalla, que es quien copia el sermón para darlo a la -imprenta. Por consiguiente, fray Diego es el autor de la obra, pero s4lo en el sentido amplio de la palabra o sustancialmente, como hemos afirmado; su condiscípulo, el padre Bue, ·naventura de Cádiz, es el redactor. 2) Contra la conclusión que acabamos de sacar, nada definitivo dicen las pruebas -que en pro o en contra de la autenticidad se aducen. Efectivamente, que al beato Diego debe concederse alguna paternidac! sobre este ,sermón, es innegable. Los dos do:amentos traídos a colación por el padrP. Ardales son de un valor histórico indiscutible, siquiera en favor de la autenticidad relativa. Y ,en el mismo sentido, podríamos añadir también estas dos observaciones : a) Que la NOTICIA bibliográfica en sus tres ediciones, que vieron la luz pública en el primer cuarto del siglo XIX, cita este sermón entre los impresos póstumos originales del santo -capuchino. b) Que los editores de las obras póstumas de fray Diego se muestran ge, neralmente muy bien informados 1 como hemos comprobado siempre que nos ha sido crosible confrontar los impresos póstumos con los autógrafos del Beato. Por eso no podemos suscribir, antes nos parecen totalmente exageradas, las reservas y aun negaciones rotundas que el padre Valencina lanza contra' las obras póstumas .n general (EL ADALID SERÁFICO, art. cit. del número extraordinario, p. 38). Y res, ;pecto de su razonamiento en contra de la autenticidad de este sermón, queda clara, :mente refutado en todas sus partes por la carta del Beato arriba citada. Más aún:

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